RUTA DE VIAJE


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jueves, 20 de octubre de 2011

Soroaventuras por Venezuela


Con el fin de hacer el blog mas ameno, actual e interactivo voy a cambiar el  método narrativo para que podáis seguir nuestras hazañas mas de cerca… Pero mientras tanto, los curiosos o los que no sepan que hacer con su tiempo pueden descubrir al detalle las aventuras que acontecieron en Venezuela, un país realmente lindo!!
Ma 21-12-2010
LLegada a Venezuela; Santa Elena de Uyarem
Agarramos un bus para ir a la frontera con Venezuela, nos quedaba solo un dia para que se venciera el plazo de un mes que nos habían dado en Brasil. Teniamos ya ganas de salir puesto que nos resultaba muy caro, y especialmente en Boa Vista la gente nos resultó muy cerrada y nos costaba comunicarnos. Teniamos curiosidad por ver que nos deparaba Venezuela, y la llegada fue dulce y agradable. Cambiamos los reales que nos quedaban en “la línea” zona que separa las dos fronteras. Nos sellaron la entrada para tres meses y en taxi nos fuimos hasta Santa Elena, donde quedamos encantados rápidamente. Sentimos enseguida una buena acogida con nuestros hermanos de lengua, la alegría de la gente y la tranquilidad en aquel pueblito fronterizo. Nos instalamos en la posada Michel y pronto descubrimos la gran cantidad de cosas que podíamos hacer allí.
Invertimos otro dia en Santa Elena, informándonos, relajándonos. Habiamos planeado ir a las Cataratas del Angel, la mas alta del mundo. Sin embargo resultaba bastante caro debido a su inaccesibilidad que precisa de avión y barca. En su lugar había muchas cosas que podíamos hacer. En aquella región se ubica el Parque Nacional Canaima, que representa toda la Gran Sabana, llena de ríos y saltos de agua, además de montañas planas llamadas tepuys con características muy particulares. Entre ellos Roraima, con 2800 metros de altura, muy conocida por ser destino favorito de los turistas. Tambiénestá la selva amazónica que se mete hasta Venezuela y rodea una región de pueblitos, uno de los cuales es “el Pauji”. Bueno, llegaba la Navidad y nos apetecia relajarnos y estar tranquilos, asique en lugar de llegar hasta el Caribe como teníamos previsto, decidimos ir al Pauji.
El Pauji es un lugar agradable donde relajarse, un pueblito hippie, con muchos artesanos y una energía especial. Nuestro amigo Paulista decía; “tiempo por energía igual a arte, y el dinero es una propiedad asociada al arte”
Ju 23-12-2010
El Paují
Decidimos ir al Paují. Qué mejor que pasar las Navidades con hippies? El problema es que salimos demasiado tarde y no hay tanta gente que vaya hasta allí a esas horas. Conseguimos hacer auto-stop hasta el aeropuerto de Santa Elena y allá, en el puesto de militares esperamos con la esperanza de que alguien pasara. La lluvia caía con fuerza y la tarde se hizo noche. Nuestra esperanza se agotó. Afortunadamente los jóvenes militares se aburrían y estaban abiertos a charlar con nosotros, la novedad, y finalmente nos invitaron a dormir dentro del cuartel. Allá quedamos dormidos, como soldados, hasta las cinco de la mañana, cuando el que hacia guardia empezó a despertar a todos con gritos y patadas.
24-12-2010
Era divertido ver como aquellos chavalitos tan jóvenes y alegres se ponían el uniforme y se convertían en soldados. Una vez uniformados paraban a los vehículos para inspección y era en ese momento cuando el soldado solicitaba ayuda para que nos llevaran. Fue levantarnos y zas! Ya teníamos un ray para ir hasta el Pauji. Montamos, eran cuatro mineros, o en otras palabras, buscadores de oro y diamante, muy abundante en la región. Mucha gente se dedicaba a esa labor, a pesar de estar recientemente prohibida por el impacto ambiental y el uso de mercurio para su extracción. Era dia 24 y se respiraba un ambiente festivo. Durante el divertido camino en el pick up observábamos la naturaleza, al tiempo que llenábamos nuestros buches con ardientes tragos alternos de brandy y cachasa. Una hora y mediamas tarde  llegamos al Pauji borrachos. Era una bonita mañana pero demasiado pronto para todo, asique encontramos el arropo de un arbolito donde nos quedamos dormidos con la brisa navideña. Al despertar investigué los alrededores y llegué a casa de Paulista, quien me puso al dia de lo que allí hacían, artesanías varias y su invento, el tacamajaca, el incienso sagrado proveniente de un árbol. Terminamos acampando allí y relajándonos con los chicos, se respiraba muy buena onda y mucha tranquilidad. Estábamos en el lugar indicado. Sin querer y sin saber, me pase toda la tarde arreglando un portátil de Paulista, hasta quedar agotado con el maldito soldador que no fundía le estaño. Casi desesperado me preguntaba, porque me meto donde no me llaman. Finalmente conseguí mi propósito y lo más sorprendente es que el portátil funcionó.
Llegaba la noche Buena y no teníamos nada preparado, absolutamente nada. Por fortuna, nos vimos envueltos en una fantástica cena con Paulista, su familia y amigos. Fue una agradable y divertida velada, cena estupenda rematada con caipiriñas y las historias de Paulista cuando vivía en la selva. Escuchábamos absortos cada palabra,cada anécdota.
25-12-2010
Al dia siguiente, Navidad, fuimos paseando a un rio de cuyo nombre no consigo acordarme, sus aguas rojizas y negruzcas eran misteriosas y hasta daba mal rollo bañarse en ellas. Después descubrimos que el color se lo daban los taninos de la roca, un mineral inocuo que no se si tendrá algo que ver con los vino. Paseos y baños a lo largo del rio fue todo lo que hicimos para regresar felices hasta Doce Lunas, la casa camping de Paulista, donde pasamos una noche más embriagados con el aroma sagrado del tacamajaca.
Al día siguiente nos mudamos a casa de Silvana, una mujer que nunca llegamos a conocer personalmente. Juan, el indígena que vive en pozo Esmeralda nos la alquiló. De pronto teníamos una casita sin paredes, un gato y una perra, Selva, que nos acompañaba a cada uno de nuestros paseos. Toda la casita para nosotros solos y al lado de pozo Esmeralda. Era la oportunidad que esperábamos para descansar, cocinar y hacer artesanía, asique decidimos quedarnos de forma indefinida.
Nos sentíamos bien en aquel lugar y pasaron días tranquilos, de relajación y paseos, descubriendo aquel pequeño paraíso que habíamos encontrado.Allá veía yo la posibilidad de empezar algún proyecto, de aprender un  montón de cosas y de vivir de una forma barata. Había casas abandonadas aleatoriamente y hasta la posibilidad de intercambiar un poco de trabajo por vivienda. En fin, un mundo nuevo que se presentó placentero y asequible. A veces baños en pozo Esmeralda, otras paseos hasta “el Abismo”, una caminata hasta la cima de una montaña que caía de forma abrupta unos 600 metros, y abajo se esparcíamajestuosa la extensa selva amazónica. Desde allí arriba, en los miradores, miraba con deseo y curiosidad aquel manto verde, profundo y desconocido que me producía una gran atracción y despertaba mi espíritu aventurero y mi afán por descubrir.
Unas vistas hermosas, aire limpio, un bosque húmedo, musgos y líquenes, colores, raíces enrolladas, un ciervo distraído…la gran sabana!!
El día 30 fue la feria de la miel, un día importante para el Paují, porque todos los artesanos sacan sus productos artesanos a la venta. Son fechas en que llegan muchííísimos turistas a la gran sabana, tantos que no hay gasolina suficiente para abastecer tanta demanda y las estaciones de servicio están tan llenas que las colas se alargan cientos de metros. Esto es lo que pasaría en España si pudieras llenar el tanque de gasolina de tu carro por medio euro. Si, sabíais eso, un céntimo de euro por un litro, quién dice que es caro viajar? Es difícil pensar lo poco que vale y lo cara que la pagamos.
A la venta se encontraban muchas cosas; mieles sabrosas de intenso sabor, mermeladas, cremas hidratantaes, propolio, bizcochos, artesanía con piedras y macramé. Sin lugar a duda, el Pauji es un buen lugar para vender en época vacacional. Claro que nosotros preferimos tomar unas xelas en su lugar, y compartir buenos y enriquecedores momentos con nuestra encantadora pareja amiga, Maria y Santi, artesanos uruguayos, que tenían previsto un viaje parecido al nuestro.
El dia 31 habia mucho ambiente y tienen por costumbre hacer una gran hoguera en medio del pueblo donde todos se reúnen. Nosotros, sin nada preparado, acabamos cenando con un grupo variado de personas en el centro cultural de Cinthya, charlar, ron, ajedrez, casi a media noche llegamos a la plaza donde, después de un show de fuego con malabares,  prendieron la gran hoguera que duraría hasta el dia siguiente. Despues nos disipamos. Montamos en un Toyota, quien sabe de quien y llegamos hasta el Camping Brisas, donde había una buena fiesta, como discoteca. A las cuatro de la madrugada regresamos a casa con otros toyotas, allí, subidos agarrados a los laterales del coche.
Sorprendentemente desperté sin resaca el primer dia del año 2011. Pase por casa de Paulista y él me sorprendió con la pipa que había perdido la noche anterioren el toyota.Alli encontré también a Hugo, un francés con el que había hablado la noche anterior para ir a la selva. Acordamos finalmente ir al dia siguiente. Raul, un mexicano que estaba allí, también se apunto junto con su amigo Alan. Perfecto, ya eramos un grupo bastante grande para la aventura, solo faltaba convencer a Eva, que le daba un  poco de miedo ir sin guía. Termino aceptando sin dudas, mientras comíamos tranquilamente y disfrutando de la compañía de las cucarachas.


2 y 3-01-2011
Experiencia en la Selva “El Samey”
Desperté con ganas, la idea de ir a la selva me atraía con fuerza y todavía  me parecía mas emocionante sin guía. Habiamos quedado a las 8 am en el camping el Vergel para subir todos juntos hasta el abismo y desde allí tratar de encontrar un sendero para descender hasta “el Samey”, el rio que circula por la selva. Llegamos Eva y yo con cierto retraso y al llegar encontramos allí a los mexicanos Raul y Alan, y Alex, un caraqueño de profesión payaso que se había apuntado a la aventura, sin duda no nos aburririamos. Hugo todavía tardo unos 30 minutos en llegar y cuando lo hizo se excusó diciendo que había estado ayudando a una chica, a la que le había picado un escorpión, no una sino dos veces, puesto que estaba oculto en el interior del jersey que fatalmente decidió ponerse. El resultado fue un grupo de seis personas, comprendidos entre los 21 y los 33 años. Todos alegres y aventureros, cada uno procedente de un rincón del mundo diferente. Nuestro objetivo para ese dia era llegar hasta una especie de campamento base que nos habían informado se encontraba al lado del rio, y desde allí organizaríamos la próxima expedición. Decididos emprendimos la caminata hacia el abismo. Eva quedó un poco rezagada, aturdida por el calor, y cuando tratamos de alcanzar al resto ya estaban bajando la escarpada montaña. Nos fuimos abriendo paso entre la maleza y la tupida vegetación y fuimos conscientes de que aquel no parecía ningún camino. El no encontrar el sendero correcto nos podía complicar mucho las cosas, tanto para bajar como para subir y aumentaba la probabilidad de que nos perdiéramos. Todavía no éramos muy conscientes de donde nos estábamos metiendo y la bajada era cada vez más vertical. El paso se hacía cada vez más duro y peligroso, a la vez que la vegetación se interponía en nuestro camino. Encontramos un arroyo que se abría camino, asique lo utilizamos para descender másfácilmente. A pesar de todo, no resulto tan práctico puesto que había muchos saltos de agua, rocas resbaladizas, troncos caídos y todos los obstáculos que puedas imaginar. Aun así, tratamos de seguir el curso de agua que nos llevaría sin duda hasta un afluente mayor. Descendíamos sin pausa, acalorados, sucios, empapados en sudor, pero alegres y curiosos del nuevo mundo. Aleatoriamente iba marcando los arboles a nuestro paso con un lazo de hilo naranja fosforito que resaltaba sobre el verde selva. No era mas que una señal rudimentaria, casi imperceptible en aquel entorno lleno de arboles, enredaderas, rocas y tierra negra, pero podían ser muy significativas para señalar el camino de regreso o para calmar a cualquiera de nosotros en caso de que nos perdiéramos. Además, Raul, iba marcando en su gps puntos de referencia a lo largo del camino, de modo que pudiéramos encontrar el camino de vuelta evitando los posibles accidentes geográficos. Despues de caminar cinco horas de forma ininterrumpida parecía que por fin habíamos llegado abajo del todo, era la selva, selva virgen con suerte! El terreno no era uniforme, subia, bajaba y los escenarios cambiaban de igual forma, a veces bosque de arboles parecidos al bananero con grandes hojas, otras palmeras y otros de menor embergadura, en cualquier caso, nunca conseguimos ver el cielo, ni la montaña que habíamos bajado, tan solo vegetación que te engulle y atrapa, y un entorno que te confunde, donde todo parece igual. Durante el descenso nos servimos bastante de los riachuelos que hacían mas accesible el camino, a pesar de su dificultad y las rocas resbaladizas. No sabíamos ni dónde mirar, los ojos saturados de información no daban abasto para interpretar lo que encontrábamos a cada paso y el riesgo de animales peligrosos era evidente. Tantas ramas y enredaderas que suben y bajan, hojas secas, tonalidades de colores, donde estaría el peligro? Nos habían informado de serpientes mortales, escorpiones, gusanos urticantes y mamíferos como felinos de gran tamaño o jabalíes en manada…cuidadín!! Sin embargo las serpientes se me antojaban como uno de los mayores peligros, debido al poco tiempo de reacción, de tan solo unas pocas horas, cuando nosotros estábamos totalmente aislados e incomunicados. Por suerte Raúl es biólogo y gran conocedor de los diferentes tipos de culebras. Al menos eso nos tranquilizaba. Bajábamos alegremente por el rio cuando de pronto Eva chilla alarmada. En uno de los saltos de piedra en piedra ha estado a punto de pisar una serpiente con cara de pocos amigos. Eva había pisado justo al lado y la serpiente tranquila se alzó para olisquearla al tiempo que agitaba su lengua viperina. Por fortuna no se sintió amenazada hasta la llegada de Raúl, que entusiasmado, sacó la cámara para hacerle fotos, la levantó con un palo y fue entonces cuando empezó a sacudir su cola a modo de advertencia, haciendo sonar su cascabel, como hubiera hecho su prima hermana, la cascabel. Se trataba de una terciopelo, y ya nos habían hablado de ella. Como bien informaba la forma de su cabeza, en forma de flecha, era venenosa. Su veneno altamente toxico te mata dolorosamente en pocas horas. Miré al cielo y di gracias a dios. No séqué hubiera pasado si le hubiera picado. Continuamos bajando más y más, sudando acaloradamente. Era obvio que no encontraríamos el sendero que nos habían dicho asique nos servimos entonces de las pequeñas veredas y seguimos el curso del agua con el fin de encontrar un cauce mayor, que formaría finalmente el rio Samey. Paramos a refrescarnos y a tomar una decisión en común. Hugo debía regresar puesto que su vuelo saldría al día siguiente. Era la 1:30 pm y a penas habíamos llegado hasta abajo. No podía entretenerse, debía regresar de inmediato pues a las seis se haría de noche y volvía solo. El resto del grupo decidimos continuar puesto que el plan era pasar una noche en la selva. El pobre Hugo ya sabía a lo que estaba expuesto y asumió su responsabilidad. No dejamos de acordarnos de él y le mandamos energía mentalmente para que saliera exitoso de la aventura en que se había metido, aunque todos éramos conscientes de que en el mejor de los casos, saldría de noche de la selva, eso si no se perdía, que sería lo más probable. Fue una locura por su parte, también por la nuestra. En fin, seguimos nuestro camino sin saber muy bien a donde dirigirnos. El lodo nos rodeaba e impedía nuestro paso asique decidimos continuar por el arroyo. Descalzos, fuimos andando lentamente por el agua y no tardamos en encontrar nuevos obstáculos. Arboles caídos hacían de barrera natural que debíamos saltar y así continuamente. Salimos entonces a tierra firme y preparamos un campamente para pasar la noche. Elegimos un lugar que no era demasiado tosco y más o menos recto. A golpe de machete cortamos algunos arbolitos, colaborando así con la deforestación mundial, que nos sirvieron para la estructura del campamento, además de despejar la zona. Preparamos un techo para protegernos, Allan y Raúl continuaron la construcción hasta fabricarse una cama en altura, con techo incluido. Hicimos fuego y cocinamos una pasta horrible que comimos con ganas. Estábamos hambrientos. Se hizo de noche y allí estábamos, cinco locos en medio de algún lugar de la selva, pero nos sentíamos alegres y privilegiados de estar allí. Nos preguntábamos donde estaría Hugo, nuestro valiente e intrépido amigo. Eva y yo tratamos de dormir en la tienda para estar más cómodos y protegidos, mientras los demás prefirieron dormir en el campamento improvisado. A penas nos habíamos dormido cuando de pronto nos despiertan los truenos  con su rugir estremecedor. Se acerca una tormentamás y más, hasta que un agua devastadora cae sobre nosotros. Nos acorrucamos bien juntitos, evitando tocar la tela de la tienda para que no se filtrara el agua, pero las gotas son tan gordas que consiguen penetrar. Y los demás, como estarían? - me preguntaba. De pronto un estruendo nos asusta y vemos las linternas de nuestros amigos agitándose, pero el agua es intensa y no queremos salir (jajajjaj) Tratamos de dormir, aunque el agua nos acompañó durante toda la noche. Por la mañanita, bien temprano, descubrimos un charco de agua al lado de nuestras cabezas, después salimos y descubrimos que parte del campamento esta derrumbado por el agua. Alex duerme enrollado y empapado, mientras que a los mexicanos les funcionó la palapa. Después de esa noche, a ninguno nos quedaron ganas para continuar, asique desayunamos y emprendimos nuestra caminata de regreso. Trataríamos de acortar el camino siguiendo las indicaciones del GPS, para ir retomando puntos sobre la trayectoria del día anterior. De nuevo obstáculos, sudor e incertidumbre. Paramos un poquito porque Raúl encontró un escorpión camuflado debajo de un tronco. Lo cogió de la cola sin contemplaciones demostrando de nuevo su destreza con los bichos. Afortunadamente el GPS funcionó correctamente y nos indicó los lugares por donde ya habíamos pasado. Sin embargo ni rastro del lacito fosforito en los árboles. Fue una gran alegría cuando por fin encontramos uno, era la prueba inequívoca de que íbamos por el buen camino. Empezó a llover con fuerza pero seguíamos andando, que importaba ya? Encontramos un sapo gigante y además toxico, según nos informóRaúl. Quien quiere chupar esas glándulas?Creíamos estar casi arriba y sin embargo no reconocíamos el lugar. Nos habíamos desviado unos cien metros y la cosa se complicaba. La pendiente era muy pronunciada y solo había matas de helechos gigantes. Allan seguía abriéndose camino a golpe de machete, los demás le seguíamos por aquella montaña casi vertical. Nos agarrábamos con fuerza a los helechos como nuestra única forma de escapatoria. Tan solo unos veinte metros nos separaban de la cima pero la lluvia caía a borbotones y empezaba formar canales de agua. Las botas y el resto del cuerpo totalmente mojado, la sensación era maravillosa, pura, romántica. Una vez superado el monstruo de helechos llegamos felizmente hasta la cumbre, donde podíamos comprobar que todavía no habíamos salido de aquel agujero verde, quedaba al menos un último repecho después del cual podríamos ver por fin cielo, nublado, pero cielo al fin y al cabo,  y sentir la libertad del aire en movimiento. Agotados hicimos los últimos esfuerzos para salir de allí, el agua se precipitaba con fuerza y todavía se intensificaba más y más. Dios mío, parecía imposible salir de allí, con todos los elementos en nuestra contra. Pero aquella experiencia nos llenó de vida y energía y por fin salimos con éxito, habíamos llegado hasta el Abismo tal como decía nuestro lema de guerra; “Malaria, Dengue, o Paludismo, juntos hasta el Abismos” (Para los curiosos e ignorantes, malaria y paludismo es lo mismo). En nuestro descenso rumbo a la civilización, el agua formaba ya ríos y nos arrastraba. Estábamos cansados y doloridos. Salir de la selva nos había costado tanto como penetrar en ella. Despacio bajamos hasta el camping, donde celebramos nuestra experiencia con unas cervecitas, bajo las miradas incrédulas de los que allí había. A la noche compartimos unas lentejitas en nuestra casa mientras comentábamos nuestra humilde proeza y pensábamos en nuestra próxima aventura.
Del 4 al 11-1-2011
Kukenan; el tepuy prohibido
Habíamos descansado solo un día desde que fuimos a la selva y ya teníamos hablada la próxima expedición. Eva y yo levantamos temprano con intención de ir a Santa Elenaen autostop. Tres horas de espera y a cien metros un pick up recogiendo a otra gente. Corrimos para aprovechar nuestra oportunidad y nos fuimos con ellos. Los chicos, el resto del grupo, llegaron por la tarde asique pudimos organizar todo para salir al día siguiente hacia Roraima. Pasamos lo noche en el hostal que ya conocíamos y esperamos el nuevo día.
Madrugamos con la intención de ir a San Francisco en bus. Desde allí negociaríamos con algún guía local para subir a Roraima. Roraima es un tepuy, es decir, una montaña plana de 2800 m de altura y sus características son únicas, vegetación, especies de fauna y flora endémicas y formaciones rocosas de todas formas y tamaños debido a la erosión.  Normalmente ofrecen este tour por 2000 BF, con todo incluido; guía, transporte, comida y porteadores. Pero nosotros lo queríamos mucho más barato. Cansados de esperar el autobús decidimos ir en autostop. Nos fuimos a las afueras del pueblo y probamos suerte en vano. Éramos cinco personas y sería difícil encontrar a alguien que nos llevara. Había mucha gente de vacaciones, muchos coches repostando, pero nada. Después de una o tal vez dos, cuando todo parecía perdido, apareció por fin un coche. De nuevo en un pick up todos amontonados y felices. Nos llevaron hasta San Fco. Allí paseamos por el sin fin de tiendas de los indios pemones y conocimos a Leticia y al negrito rumbero, Jeremy. Ellos también querían subir asique se unieron al grupo. Jeremy es artesano y en casa de Leticia hacen rituales de Ayahuasca. Raúl y Allan nos entretuvieron comiendo unos gusanos vivos, feos y gordos que crecen en las palmeras y que forman parte de la gastronomía de los pemones, además de su picante pemon que incluye ricas y crujientes termitas. Por la tarde unos baños refrescantes en un rio cercano y en la noche Eva se fue a dormir al lugar comunitario que había asignado nuestro guía, Josue.Mientras yo tomaba chelas con la gente local. Una y otra, así sucesivamente y no dejaban que me marchara. Al final llegó Alex, quien trato de recuperar el tiempo perdido y tomó una detrás de otra. Era divertido conversar y jugar con aquella gente, así como sentir que éramos su distracción, la novedad, y en consecuencia todos nos sentíamos un poco protagonistas de aquel encuentro. Fuimos a dormir bastante borrachos aun a sabiendas que los próximos días serian bastante duros por las caminatas. Al final no iríamos a Roraima, sino a Kukenan, el tepuy vecino y prohibido por su peligrosidad, con una altura aproximada de 2700 metros.
Ufff, madrugón y resacón. Habíamos quedado a las seis con el guía,un chico de veinte años de sangre pemona, que afortunadamente se retrasó. Un Toyota contratado nos llevaría hasta Paraitepuy, el pueblo desde donde empieza la caminata.
Nos registramos y emprendimos la travesía. Caminamos durante horas, atravesando colinas y cursos de agua hasta llegar al rio Tek, donde paraba mucha gente para hacer noche y descansar. Nosotros sin embargo tomamos un baño fresco y revitalizante, comimos y continuamos el camino. Nuestra intención era acercarnos lo máximo posible a la base del imponente tepuy, para acampar allí y ascender hasta la cumbre al día siguiente. Después de cuatro horas más y con los pies molidos llegamos a una especie de cueva donde nos acomodamos e hicimos fuego para cocinar. Era un lugar hermoso, entre montañas, aunque dentro de la gran sabana. No tardó en caer la noche y con ella se iluminaron miles de estrellas en el cielo y miles de luciérnagas en el suelo. El espectáculo de luces era asombroso, y aquel lugar, apartado de todo, era mágico; la cueva, la hoguera, el grupo de gente que nos habíamos juntado… era perfecto. Dormimos al raso muy a gustito.
Era el día de la verdad. Allí estaba imponente el misterioso tepuy que pretendíamos subir. Lo miraba y pensaba, como coño vamos a subir ahí? Un desnivel de mas de mil metros de altura y brotaba de él la segunda cascada más alta del mundo. Desayunamos bien y salimos. Caminar, subir, cada vez se hacíamás dura la subida pero más interesante a la vez. La lluvia nos complicó todo hasta  la cima, pero a cambio, el camino se presentó dinámico y cambiante, entretenido y vivo. No solo andar, sino escalar, ayudándonos con las manos, subiendo más y más, bajando y subiendo de nuevo. Cruzamos un hermoso bosque húmedo, y después cruzamos a través de rocas, cada uno a su ritmo. Alan y yo decidimos parar a esperar a los demás. Estábamos ya a una altura considerable y seguía lloviendo, con lo cual el frio empezó a penetrar con fuerza. Sin poder resistir más me puse a caminar. Estaba completamente helado asique seguí subiendo más y más deprisa. Por un momento el frio era más importante que el cansancio o la lluvia y tenía que seguir subiendo para entrar en calor. Caminé tan rápido y distraído que cuando me di cuenta estaba bastante lejos del grupo y solo Alan me seguía. Aquel camino era interminable y me parecía como si estuviera en el señor de los anillos caminando hacia Mordor. Cada vez más cerca de la cima, agotados y empapados. Tuvimos que sortear lugares peligrosos, resbaladizos, pasos al borde del abismo, saltos, escalada, y las botas llenas de barro. Por fin subimos unos metros por una cuerda fija instalada en uno de los tramos finales. Allí esperamos al resto del grupo, mientras moríamos de frio, para subir y descubrir el nuevo mundo todos juntos. Uno a uno subieron aquel paso delicado y después de algunos metros más conquistamos aquella cumbre que me pareció otro mundo. Una cascada nos dio la bienvenida procedente de una corriente de agua que iba por encima de la roca.
El paisaje era único, la humedad total. Fuimos a acomodarnos a una especie de techos naturales donde también hay cuevitas y descubrimos que estaba todo ocupado. Había dos grupos más allí arriba y habían colmado todo el espacio techado. No había lugar alguno donde poder meterse, o donde mantenerse seco. Nuestro grupo se dividió en busca de otros lugares y yo colapsé, no sabia como demonios cambiar esa situación. Tenía frio y estaba empapado. Necesitaba cambiarme de ropa y entrar en calor pero seguía lloviendo y no podía  refugiarme en ninguna parte. Como hacer para no mojar la única ropa que tenía seca? Como ponerme unos calcetines gordos para calentar mis pies si las botas y todo lo demás esta empapado? Este se convirtió en mi verdadero dilema durante los siguientes días. Pero, como resolví entonces aquella situación? La respuesta se hallaba en el interior de una botella de ron y unas hierbas aromáticas que fumamos en círculo. Tomé del ron y volví a tomar, necesitaba entrar en calor y buscar una vía alternativa  a mis preocupaciones. No tarde en sentirme mejor y perdí la sensación de cansancio. Aproveché ese estado para ir a bañarme, necesitaba refrescarme un poco antes de cambiarme de ropa. Llegué hasta una pequeña cascada, donde me liberé de la ropa mojada y relajé mis músculos en una poza que había justo antes del salto de agua. Que vistas!! Aquel lugar era hermoso, diferente, y solo la fría y pura agua me hacía ser consciente de que aquello no era un sueño. Regresé más fresco y liviano y pude entonces secarme y cambiarme de ropa. Decidí hospedarme en una pequeña cuevita, la única que estaba libre porque olía a orín. Quémás da, pensé! Era pequeña y claustrofóbica con el techo a 50 centímetros del suelo, pero me pareció el lugar máscálido y resguardado donde pasar la noche. Mi cerebro empezaba a funcionar mejor y después de instalarme regresé con los demás y tome más ron. Uno de los grupos que allí había nos dio una calurosa bienvenida. Chicos y chicas que nos brindaron un poco de su espacio. Enseguida nos relajamos y divertimos, hasta que Evita y Alan prepararon la cena. Estábamos hambrientos. Cuando llegamos a la cuevita, sorpresa!! El cabron de nuestro guía se había metido en ella y dormía como un tronco. Leti también se había apuntado asique no tuvimos opción y nos tocó dormir a los cuatro en dos metros de largo por uno de ancho. Al menos no pasamos frio!!
Desperté temprano, con ganas de salir de aquel agujero. A pesar de todo la noche no había sido tan mala. Estaba dolorido y tenía llagas en los pies por la caminata, asique no estaba muy animado para excursiones. Sin embargo, había todo un mundo desconocido en lo alto de aquel tepuy llamado Kukenan. A nuestro paso descubrimos que aquel lugar mágico no era más que rocas y agua. Rocas de todas las formas y tamaños, producto de la erosión ocasionada por lluvias constantes y el viento. El agua se distribuye por todas partes puesto que la lluvia allí es habitual. La inmensa montaña hace de barrera natural a las nubes y en consecuencia recoge todas las precipitaciones formando charcas, lagos, ríos y cascadas que conformaban un paisaje vivo. Se distribuían además en ese hábitat tan particular plantas y formas de vida endémicas y extrañas, adaptadas a ese clima extremo de mucha humedad, frio y calor. Entre ellas recuerdo un par de tipos de plantas carnívoras que no sé qué coño comerían pues la presencia de animales o insectos era muy limitada. No habían moscas, ni mosquitos, ni puripuri, menos mal!Tan solo vimos unas ranitas pequeñas y negras endémicas del tepuy. En su lugar estaba el frio y la humedad constantes. Y es que en definitiva siempre hay algo que te jode la vida por donde quiera que vayas, es un hecho que debemos de aceptar con alegría, una variable cambiante que te afecta cada vez de diferente modo y al mismo tiempo te inmuniza.
Habia grietas inmensas en el camino, donde uno podría desaparecer con facilidad. Seguimos las indicaciones inseguras de nuestro guía que llevaba dos años sin pasar por allí y llegamos a la otra parte del tepuy, donde observamos desde una repisa la majestuosidad  de aquellas vistas a 2600 metros de altura. Al regresar al campamento los otros grupos ya habían desaparecido asique instalamos nuestras tiendas de campaña. Desde ese momento el todo el tepuy era para nosotros. Comimos con ganas, pues el echo de tener provisiones limitadas despertaba todavía mas nuestro apetito, de modo que cada comida era literalmente devorada. Es como si se despertara nuestro deseo natural de supervivencia y saliera a relucir nuestra parte mas animal e irracional. Por fortuna el grupo funcionaba perfectamente y cada uno desempeñó el papel que se impusó el mismo. Repartiamos equitativamente cada cosa que tuvimos, comida, galletas, alcohol, tabaco, todo. La unión del grupo era excelente y eso se agradecia allí arriba.
Caia la noche temprano y con ella el frio se calaba en los huesos. Amenizamos entonces una tertulia con caipiriña que sirvió de reunión hasta que terminó de evaporarse en nuestras neuronas.
La noche fué mucho más cómoda en la tienda, claro que el alcohol siempre ayuda a dormir como un tronco. Ese dia teníamos previsto caminar todo el dia, claro que me daba mucha pereza. El hecho de ponerse de buena mañana la ropa mojada y las botas empapadas y frías no era muy agradable pero sin embargo había que aprovechar aquel ultimodia. El esfuerzo mereció la pena. Era un dia soleado y salimos alegres, dispuestos a descubrir los misterios de Kukenan. Caminamos durante horas, a nuestro paso todo tipo de formaciones rocosas y acuosas. Idílicos  lagos de ensueño y rocas con formas estrabagantes, grietas, agujeros, columnas. Atravesamos dos ríos, con el particular de que no fluían por ningún surco en la tierra sino por la superficie de la roca. Los mismos que salían del tepuy formando la segunda catarata mas alta del mundo. Un salto de agua sobrecogedor. Algunos saltábamos de roca en roca constantemente evitando mojarnos los pies, una labor inútil que nos llevó todo el dia pero que resultaba tan divertida como peligrosa. Otros, prefirieron seguir con los pies ahogados, que más daba ya? Hambrientos localizamos una cuevita donde preparamos una ensalada buenísima que nos dio el descanso y la energía necesaria para regresar al campamento. De regreso nuestro guía quedó temporalmente desorientado, pero no lo juzgué, pues a decir verdad yo no tenía la menor idea de dónde demonios estábamosdentro de aquel inmenso laberinto de rocas. Avanzábamos sin descanso, con las rodillas resentidas, doloridas. Aceleramos el ritmo pues teníamos el tiempo justo para llegar antes de que anocheciera. La llovizna hizo acelerar todavía más nuestro paso. La llegada parecía no llegar nunca y de pronto la lluvia se enfureció y descargó con fuerza. Por suerte, justo en ese mismo instante llegamos agotados al campamento. Sin lugar a dudas aquel era un lugar sagrado, demasiado hostil para que el hombre pensara en habitarlo o destruirlo. Nos refugiamos en la tienda, estábamos tan agotados y helados que solo salimos cuando los chicos nos llamaron para cenar. Ese dia no hubo sobremesa y tan pronto terminamos nuestros platos nos refugiamos de nuevo en la tienda, en busca de calorcito rico. Resultaba bastante difícil y duradero cocinar en aquellas condiciones, por lo que  se terminó la última botella de gas, también los alimentos, con lo cual decidimos salir al dia siguiente de vuelta a la civilización.
Al dia siguiente desperté temprano y traté de mentalizarme en lo que nos esperaba, el regreso. Las piernas seguían doloridas, sensación que todavía se intensificaría durante la pronunciada y larga bajada. Caminamos fatigados hasta llegar al pie de la montaña, donde hicimos fuego y preparamos la comida. Allá abajo el sol brillaba con fuerza y la temperatura era agradable. Despues de comer decidimos seguir hasta el rio Tek, de forma que adelantáramos lo máximo posible. Larga caminata que te hinchaba los pies y extendia la superficie de las llagas. Paciencia y un sombrero es lo mejor de lo que disponíamos para afrontar aquel reto. Llegamos finalmente al rio con los últimos rayos de sol y un fresco baño relajó nuestros musculos sobrecalentados. Fue tal la fuerza recuperadora de aquel baño que acabamos aceptando la propuesta del guía, de continuar el resto del recorrido hasta Paraitepuy. Durante todo eldiadeseé con ansia llegar hasta aquel lugar para descansar y una vez allí tuvimos que re mentalizarnos para marcar un nuevo destino  que se hallaba todavía a unos quince kilómetros. Preparamos un fuego para cenar antes de emprender el nuevo viaje. Eva y Alan cocinaban cuando veo una pequeña culebra que se desplaza entre nosotros sinuosamente. Raúl salta de un brinco diciendo; no la matéis!!Rapidamente se acerca a ella y la coge por la cola. Experimentado y atrevido la voltea para que no logre acercársele, evitando asi una posible mordida. Ya es de noche y no se ve que tipo de culebra es. Alan trae la linterna que nos descubre la belleza y el colorido de aquel animal. Tras un breve análisis Raul confirma que se trata de una falsa coral, inofensiva. Con sus típicos anillos rojos, negros y blancos, que al contrario de su gemela mortal, la Coral, ésta no es venenosa. La tocamos y fotografiamos antes de que Raul la devolviera a lugar seguro, pues con esos colores y en aquel lugar estaría destinada a una muerte segura e inminente. Cenamos finalmente en aquel lugar colmado de turistas. Un montón de tiendas de campaña se esparcían en el terreno plano. De nuevo emprendimos el camino, que al ser de noche se hizo más ameno y fresco aunque me pareció interminable. Caminamos en grupo y devoramos a buen ritmo los kilómetros. La noche era clara y estrellada y la luna en cuarto creciente nos mostró el sendero sobre fondo oscuro. A lo lejos las luces del pequeño pueblo brillaban motivando nuestro ánimo engañosamente, pues por más que andábamos parecía que no llegaríamos nunca. Atravesamos ríos y colinas y ya solo el capricho de una cerveza fría nos impulsaba a continuar. A las once de la noche llegamos finalmente, no agotados sino derrotados. Claro que la satisfacción era inmensa. Habíamos caminado en un solo día lo que se suele hacer en dos y me relajaba saber que el próximo día ya no tendríamos que andar más. A duras penas bajamos hasta una pequeña tienda donde nos atiborramos a galletas y tomamos la deseada cerveza. Lo más fácil fue acabar dormidos bajo el techo de la caseta de entrada.ZZZZzzzzz
Despertamos temprano, aunque  menos doloridos de lo que esperaba. Durante el desayuno, en la misma tienda del dia anterior, descubrí que el picante pemon que le había puesto a mi empanada contenia algo crujiente y ácido. Eran termitas, extrañas pero ricas.
Queriamos continuar nuestro camino de regreso, pero ante la imposibilidad de hacer autostop a esas horas y en aquel lugar decidimos pagar el recorrido menos transitado. Una vez en San Francisco la suerte nos acompañó y un pick up nos llevó alegremente hasta Santa Elena. Allí nuestros destinos se separaban. Raul, Alan y Alex agarrarían un bus con destino a Caracas y se alojarían en casa de Alex. Desde allí, Alan cogería un vuelo de vuelta a Mexico DF, concluían para él sus seis meses de viaje en autostop. Raul y Alex habían decidido continuar el viaje juntos rumbo al sur. Jeremy, por su parte, decidió ir también a Caracas, pues su novia había tenido un hijo y quería estar con ellos, a pesar de que los papas de ella no lo aceptaban. Y Leticia, deseaba viajar y conocer el mundo pero como a tantas otras personas le faltaba un acompañante. Eva y yo salimos con rapidez rumbo al Paují donde, en principio, habíamos previsto regresar para descansar unos días. Eran las tres de la tarde, un sol abrasador  y no queríamos que pasara como la vez anterior, cuando tuvimos que quedarnos a dormir con los militares. Paró un pick up cargado de mercancía cubierta por un toldo. Los militares registran la carga mientras yo trato de convencer al chofer y su compañero para que nos lleven, a pesar de que no hay sitio para los dos y las mochilas. Insistí, insistí hasta desistir. Fue entonces cuando Eva entra en acción, dulce y risueña pone la mejor de sus caras para convencerlos. Ellos se excusan diciendo que los militares no se lo permiten. Tras consultarlo, los jóvenes militares desinteresados dicen; “Bueno, si tienen donde ponerse”. Como siempre a Eva la invitan a subir delante, mientras que mi lugar se encuentra encima de toda la mercancía. Cuando subí fui consciente del peligro que corria, pues la carretera estaba llena de agujeros y curvas. Dudé entonces un momento y a punto estuve de abandonar la idea, pero era una oportunidad que no podíamos rechazar y posiblemente la ultima del dia. Fue una experiencia única y pasaron por mi mente muchos pensamientos, temor por un lado y adrenalina por el otro. Despues de una hora y media llegábamos al Paují sanos y salvos. Eso si, yo algo perplejo, no solo porque parecíeraindio, por estar completamente rebozado de tierra roja, sino porque durante el camino fui consciente de cómo una de las esterillas se iba volando y quedaba cada vez mas lejos de mi alcance, ante mi mirada estupefacta y mi cuerpo petrificado.
A penas pasamos dos noches en el Paují, pues nuestro plan había cambiado. Tiempo suficiente para recoger nuestras cosas, preparar la artesanía, despedirnos de nuestros amigos artesanos, Maria y Santi que se iban rumbo a Cuba, ytomar una  última botella de ron con Paulista y su familia.


Del Ju 13-1-2011 al Lu 22-1-2011
Caracas
El nuevo destino era Caracas, donde nos encontraríamos con los tres mosqueteros. A pesar de que no nos entusiasmaba mucho la idea de ir a la gran capital venezolana, considerada la mas peligrosa del mundo. Tuvimos suerte con el bus que salía justo cuando llegábamos. Y veinte horas mas tarde nos hallábamos llamando a Alex. “Loco, ya estamos aquí” - le dije.
Por casualidades de la vida en el bus se hallaba un guía que nos había reconocido en nuestra travesia por la gran sabana. Nos guió por la gran ciudad y curiosamente nos regalo una esterilla.
Esperamos a Alex como una hora hasta que apareció motorizado y con la cara hinchada de recién levantado. Mañana seremos normales, dijó, pero hoy seremos reyes!
Su apartamento estaba situado en una urbanización completamente vallada y vigilada, con porteros, cámaras y llaves para cada puerta, sin excepción. Era un bonito apartamento que su padre les había regalado a él y sus hermanos. Desde allí, un séptimo piso, se veian unas vistas estupendas a la gran ciudad y a una colina que tenia justo enfrente. Abajo, el reflejo acuoso de una piscina apacible y limpia con su correspondiente zona ajardinada. Nos instalamos en una de las habitaciones. Rauldormia y Alan había encontrado un lugar mejor donde pasar la noche. Celebramos nuestra llegada con unas cervezas y comida. Era estupendo poder disfrutar de nuevo de los placeres y comodidades de un hogar, además de la compañía de nuestros amigos.
La tranquilidad y el descanso fueron el quehacer de los siguientes días, acompañados de buenas comidas y bebidas. Aprobechamos para hacer algo de artesanía, ver películas y contactar con amigos y familia. En fin, en salvaguardar el bienestar del grupo de aventureros. Tuvimos la oportunidad de despedir a Alan que regresaba a Mexico. En su honor, hicé una paella para sellar los grandes momentos que juntos habíamos vivido. Y después caimos muertos sin posibilidad de fiesta de despedida. En un par de ocasiones fuimos al centro de Caracas, con el fin de dar un paseo de reconocimiento. Habia museos y obras de teatro y musicales gratis, pero nunca asistimos. Se hacia bastante pesado ir al centro, pues desde casa de Alex se tardaban como dos horas en llegar, y evidentemente las mismas en regresar, lo que suponía una gran inversión de tiempo y energía. Razón por la cual cambiamos el estrés y riesgo de la ciudad por el confort y lujo de casa de Alex. Nos sorprendió lo caro que resultaba la ciudad, que aun sin hacer nada mas que comer y beber veíamos como se evaporaba nuestro dinero. Otro de los días fuimos a la Guaira. Una ciudad cerquita de Caracas donde disfrutamos de un dia de costa. Aun asi se repitió la escena, todo el dia en bus para lo que duró una botella de licor y unos baños.
Tanta tranquilidad y hermetismo empezaba a desquiciarnos. Necesitabamos acción y aventura, asique llego el momento de salir y de llegar al esperado Caribe.
Del Lu 22-1 al Ju 25-1-2011
 Parque Nacional Morrocoy: Cayo Sombrero
Salimos Evita y yo de Caracas, y después de cambiar de bus tres veces, con la confusión e incertidumbre que implica, seguida de negociación, llegamos a Chichiribiche, desde donde se accede al parque nacional Morrocoy, formado por multitud de islas y cayos caribeños, arena blanca y aguas transparente-azuladas. Palmeras, cocos y verdes manglares. Mosquitos hambrientos, barcos de lujo y barquitas con turistas.
 Las ventas de artesanía se hacían difíciles y queríamos ahorrar, asique en su lugar tratabamos de negociar los precios del bus o cualquier otra cosa a cambio de un trueque por alguna artesanía. Bendito trueque, los fenicios sabían bien lo que hacían, y sabían que la moneda lo joderia todo. Esta se convirtió en la forma mas viable de conseguir ciertas cosas sin utilizar el dinero y funcionaba bastante bien, claro que había que negociar y conversar con la gente, y bueno, un poco de persistencia! Al fin y al cabo, a la gente poco le costaba intercambiar alguno de sus bienes o recursos a cambio de alguna artesanía de recuerdo. Como en otras partes del mundo, descubrimos que la gente más adinerada, menos colaboraba con la causa, y se mostraban más estúpidos y repugnantes. Mientras que la gente más humilde y pobre te escucha, colabora y te abre las puertas. Paradojas de la vida, no? En aquellas ocasiones me dirigía hasta el chofer y, tras apartar multitud de santos, colgaba un atrapasueños en el retrovisor interior del bus. Conversaba con él y estudiaba las posibilidades que tendría para el cambio. Muchas veces era divertido a la vez que satisfactorio, otras se hacia cansado y penoso. Pero siempre que aceptan el cambio es gratificante. En cualquier caso, siempre fue una experiencia enriquecedora, como cualquier experiencia.
Llegamos a Chichiribiche, donde se suponde que es el punto mas cercano y económico a Cayo Sombreo, uno de los muchos que nos han recomendado. Compramos la comida y gafas de bucear y fuimos a negociar el precio de la barca. El problema es que son las seis de la tarde y no hay nadie mas que quiera ir, con lo cual debemos afrontar el coste del viaje como si la barca fuera llena. O pagar la barca y llegar a Cayo Sombrero donde podemos acampar gratis, rodeado de palmeras, cocos y hermitaños en la noche, o esperarse hasta el dia siguiente y buscar un lugar donde dormir con consecuente gasto o riesgo. A tomar por culo, vamonos al callito! Le pagamos solo la ida, de forma que pudiéramos negocia la vuelta. Montamos en la barca y nos desplazamos rápidamente en línea recta. El mar esta bravo y la barcapega unos saltos que nos dejan sin respiración. Unos detrás de otro se repiten de forma divertida al principio y cansina y dolorosa al final. En cada salto hay un momento de vacio, placentero, en el que estamos suspendidos en el aire, pero después cae de nuevo, con fuerza, chacando bruscamente contra el agua. Nos balanceamos sin control y rebotamos en la barca construida en fibra. La verdad no sé como resiste esos impactos. Me empiezan a doler las bolas de tantos golpes, tantos saltos. Dios mio, empiezo a pensar que quizás la idea de cruzar el Caribe en barca no sea tan recomendable. Después de unos treinta minutos de esterilización dolorosa llegamos a un callo hermoso. Algunas personas se bañan plácidamente. Nosotros nos morimos de ganas. Ahhh!!! Por fin!!Que lindo ver los peces a tu alrededor y tirar arena blanca a tu compañera cuando emerge del agua… Paseamos por el callo, tratando de descubrir que habría en aquel pedazo de tierra que salía del mar como si fuera un grano que te sale de la cara. Caóticos y cerrados arbustos por un lado y palmeras bastante alinedas por el otro. Uy!!, creo que aquí ha intervenido la mano del hombre, y no solo lo digo por la cantidad de mierda que divisamos a babor y a estribor. Bolsas de plástico, botellas, papeles, botes de cerveza oxidados. Que cerda es la gente, que falta de consideración y de respeto a ellos mismos, o a sus hijos. Si, es muy divertido ir al callito a tomar el sol y a ponerse contento a base de cerveza y comer esto y lo otro, pero a la hora de la recoger lo que ensuciaste ya uno esta cansado, con ganas de llegar a casa, o tan alegre que piensa que la basura se va a ir volando. No os riais, que parece que os este viendo. Si, mucha basura se va volando, no porque tenga alas, ni vida propia, sino por efecto del viento y la brisa del mar. Es asi como llega hasta el mar, donde ya éste se encarga de llevarla hasta otra costa, bien sea de isla, callo. Península o playa convencional. Eso en algunos casos, en otros simplemente se hunde y llega al fondo marino, como latas o como la garrafa de veinte litros que saqué yo personalmente. Que coño hace una garrafa en el fondo marino cercano al callo? No fui capaz de imaginar nada concluyente. En definitiva, que es muy triste ver como el humano lo jode todo. Muy triste! Mi regla es muy sencilla y eficiente, donde vayas deja las cosas un poquito mejor de como las encontraste. Si todos hiciéramos eso, que bonito seria! Yo lo practico en todas partes, y desafortunadamente no me refiero al sexo. Si, a veces es asqueroso cuando entro a algun baño público y esta todo cagado, con el papel sucio por el suelo, y yo me pregunto ; “Que clase de animal pasó por aquí? Lo que me extraña es que se haya limpiado el culo. En esos casos desisto. En otros, cuando voy a mear por ejemplo, simplemente levanto la tapa. Solo con eso ya colaboré con el siguiente que viene con ganas de plantar un pino. En definitiva, que bonito y fácil es llegar a un sitio y que este limpio, cuidado y respetado!!
Durante nuestro paseo por el callo descubrimos algo más. La presencia de unos pequeños insectos voladores y hematoforos. Se trataba de los pequeños y odiados puripuri( o jejenes) que ya habíamos conocido en el Paují. Por suerte, no les gusta el viento, asique decidimos acampar en la parte oeste, donde corria la brisa y hacia más sombra. Vuelta al aire libre, a los sonidos del mar y a las noches estrelladas.
El lugar era hermoso, y lo único que se podía hacer era relajarse, tomar el sol, o bucear. En eso invertimos nuestro tiempo los siguientes días. En eso y en vender alguna artesanía que habíamos llevado con ese fin. Curiosamente me tope con unas mujeres de algun pueblo de Valencia, que al oírme hablar identificaron rápidamente mi acento y me dijeron: “Tu eres valenciano, verdad? Me quedé sorprendido la verdad. Casualidad de la vida que no dejé pasar en balde. Ya tenia la excusa perfecta para venderles un atrapasueños. Ellas muy amables aceptaron por ser vecino y compatriotra y me dejaron hasta propina. Visca Valencia!!
 Por la noche tan solo nosotros y unos argentinos quedábamos en el callo acampados y el señor que lo vigila. Era una sensación rara el pensar que estábamos casi completamente solos en aquel lugar de ensueño. Por la mañanita, aun no había aterrizado ni un alma cuando Eva y yo jugábamos desnudos en la arena. De pronto se acerca el señor que vive allí, con cara de pocos amigos y mirándonos como si hubiéramos echo algo terrible. No medio palabra, nada de nada, sino que movió la cabeza con gestos primitivos y frunciendo el ceño, de forma que nos dimos por aludidos. Vamos a vestirnos, le dije a Eva con voz calma y sosegada.
Por la tarde llega el mismo tipo escoltado por dos más, militares o policías, no se. A ver que sorpresas trae esta vez, pienso. Nos preguntan hasta cuando nos vamos a quedar. Hasta mañana seguramente, mentimos descaradamente. Esta prohibido acampar aquí en esta época, dice uno. Solo permitido en pascuas y verano. Yo, no salgo de mi asombro, osea que en pascuas que esta todo lleno de gente despotricando esta permitido, y ahora que somos cinco en la callo, sin posibilidad de robos o escándalos no. Paradojas de la vida! Como esta se pueden encontrar cosas sin sentido por todo el mundo.
En fin, el policía de protección ambiental, bastante más evolucionado que el vigilante nos propone un trato. Podemos quedarnos si recogemos una bolsa de basura gigante al dia.  Nos parece una idea inteligente asique aceptamos. Total, no seria muy complicado llenarla! Desde ese momento en adelante hasta conseguimos hablar con el vigilante primitivo o funcionario encargado de preservar el orden en aquel lugar. Lo veíamos por las mañanas hacer montones de basura, aquí y allá, como a cámara lenta. Parecia que no iba a terminar nunca. En una ocasión decidí dar la vuelta entera al callo. No era ninguna locura, ni algo fuera de lugar puesto que el callo no dariamas de seis kilómetros de superficie. Comencé haciendo footing por la orilla, sintiendo las olas romperse en mis pies. Segui  y seguí, un baño  para refrescarme, otro para evitar los corales rotos que se clavaban en mis pies. Salté troncos y ramas y de nuevo otro baño en aguas cristalinas. Asi hasta llegar a la zona no transitable o transitada donde me haye con un barco derruido, haciendo fondo cerca de la orilla. Unos cuantos tucanes reposaban tranquilos en la popa que emergia. Me alegré de encontrarlo, por un momento sentí como si hubiera encontrado un tesoro, allí, en aquella islita que daba rienda suelta a mi imaginación. En aquel mismo lugar hayé corales  muertos y petrificados. Los había bien grandes todavía a pesar de su fragilidad. Agarré algunos con el objetivo de utilizarlos en el futuro. Algo sacaría de semejante belleza natural. Seguí mi camino y descubrí que tendría que continuar a nado una distancia importante, asique metí los corales en los bolsillos y nadé tranquilamente bajo la mirada de los tucanes. Es curioso, como un simple paseo, o un pequeño hallazgo te hacen sentir como niño otra vez. Amo esa sensación! Y la persigo constantemente allá a donde voy. Por la noche me sorprendí al ver decenas de hermitaños gigantes merodeando alrededor de la tienda. Que bichos tan raros. Me entretuve haciéndoles mil fotos. Esperaba paciente a que salieran de su conchita para captar su imagen, su cara fea con pincitas, antenas y su corteza rugosa de color morado. Descubrí que cuanto más los observaba más bonitos me parecían. Días después borré accidentalmente todas las fotos de callo Sombrero, una pena!
 Sin animo de gastar en el restaurante que allí había nos dedicamos a comer coco. Rico coco cogido del suelo y abierto a golpe de machete. Agua fresca y fruta dulce que llevarse a la boca. De nuevo salimos a pasear con la artesanía. A Eva le daba pereza tener que ir ofreciendo y hablando con la gente, asique yo me encargaba de esa labor, y utilizaba mis virtudes lingüísticas para tratar de ganarme a la gente. En muchas ocasiones ocurria que la gente nos ofrecia una cerveza, agua, o cualquier otra cosa. Y nosotros aceptábamos con gusto, al fin y al cabo el SI, resulta mucho mas positivo que el No.
Tres noches allí fueron suficientes para satisfacer nuestros deseos y terminar con los alimentos, asique decidimos marcharnos a la mañana siguiente.
Del Ju 25-2-2011 al Do 28-2-2011
Punto Fijo
Esperamos a alguna barca que nos llevara a buen precio. Llegó un señor simpático que iba hacia Cucuta y nos llevó. Por el camino descubrí porqué todo aquello era un parque nacional. Mas aun, un paraiso.  A nuestro paso, varios cayos, islitas y manglares que revelaron la riqueza y belleza de aquella región. Agarramos un bus a Coro, y desde allí otro hasta Punto fijo, donde esperábamos encontrar a Alex y Raul que habían ido a casa de la mama de Alex para despedirse. Allí pasaríamos tres días en lo que seria la despedida de Alex antes de empezar un viaje junto a Raul rumbo a Argentina. Alex estaba entusiasmado con la idea de viajar por primera vez fuera de su país, acompañado de Raul y ejercer su profesión, payaso, durante la travesia. Sentia que había llegado su momento de dejar la comoda vida que tenia en Caracas. Lo que en verdad pasaría se lo dejo de momento a su imaginación.
La pena de aquella visita fue, al igual que en Caracas, que Alex estaba demasiado ocupado con los preparativos de su viaje; organización, despedidas con amigos, compras, etc… con lo cual no dispuso de mucho tiempo para nosotros. Tristemente, en aquel lugar poco se podía hacer sin coche o sin información. No obstante, fuimos con la mama de Alex hasta la playa donde pasamos un dia agradable. Por la noche vinieron los amigos de Alex a despedirse y comimos una fideua que con esmero preparó su madre. Al dia siguiente teníamos pensado regresar todos juntos a Caracas, a unas diez horas de camino,  con un amigo de Alex, pero finalmente  su amigo no regresaba, de modo que Eva y yo decidimos marchar en bus, puesto que el ambiente en casa de Alex estaba un poco enrarecido. Alex ocupado, y su mama bastante triste porque su niño se marchaba a la aventura. Si, comprendíamos la situación de cada uno, pero ¿qué coño pintábamos allí nosotros? Aparentemente nuestro anfitrión había delegado su papel en sus familiares y eso no nos hacia sentir tan comodos. Por tanto decidimos salir cuanto antes. Enrique, su hermano, nosllevo hasta la terminal de bus donde tuvimos que esperar nada menos que nueve horas hasta que saliera. Seguidas de otras diez hasta llegar a Caracas. Un dia perfecto!! Tuvimos que regular la rosca de la paciencia y esperar sin desesperar. No había nada que pudiéramos hacer y para colmo teníamos el dinero justito para llegar a Caracas. Finalmente llegamos, a la fabulosa hora de las cuatro de la mañana. Una hora estupenda para llegar a la ciudad mas pacífica del mundo. Hicimos un poco de tiempo en la termial, hasta las cinco, cuando un bus nos recogio y nos dejó en el metro, desde el cual estábamos a tan solo a dos horas de casa de Alex. Llegamos finalmente derrotados y deshidratados  a las siete de la mañana, hora justa en que despierta su hermano para ir a la universidad. Claro que la situación es un poco embarazosa, puesto que probablemente su hermano no sabe que llegamos. Llamamos al timbre una y otra vez, sin éxito. El portero nos informa de que su coche ya no esta. Cojonudo!! Perdimos nuestra única oportunidad de entrar a su casa. Nos miramos Eva y yo y suspiramos profundamente. Las cosas no están saliendo nada bien. Al rato me voy al supermercado con la única intención de encontrar un teléfono para llamar a Leo, su hermano. Seguro que hará lo imposible para ayudarnos. Unos tipos acaban prestándome un teléfono con el que finalmente consigo hablar con Leo, ignorante de nuestra llegada. Nos informa que esta en la universidad, pero por suerte hay unos amigos en su casa, que probablemente duermen. Gracias a él, despues de diez minutos pudimos entrar felizmente en la casa. Alex y Raul llegaron por la tarde.
Del Lu 29-1-2011 al Vi 2-2-2011
Recuerdo de esos días que la comunicación no fue muy fluida con Alex. Si bien es cierto, Raul fue siempre una gran compañía. Eva y yo estábamos ya un poco cansados de esperar a que Alex terminara sus diligencias, como el decía. Sin embargo ya faltaba poco para salir. Nuestro plan y un poco la razón de tan larga espera estancados era ir hasta Mérida y desde allí subir el pico Humbolt, en los Andes, con una altitud de casi 5000 metros.
Durante esos días en Caracas no hicimos nada especial, mas que descansar y comer bien. Eso si, celebramos el cumpleaños de Alex en su casa, para variar, con un monton de amigos suyos que vinieron a despedirlo.
Era el viernes dos de febrero cuandosalimos finalmente alegres hacia Merida. Ibamos los cuatro; Eva, Raul, Alex y yo. Pasamos toda la noche en el bus y llegamos por la mañana. Nada mas llegar se volvieron a manifestar nuestras diferencias generando asi una situación tensa. Un amigo de Alex, Olmer, nos invitó a quedarnos a dormir en su oficina, en el frio y duro suelo, pero no nos importó, preferimos eso antes que pagar una noche de hotel, al fin y al cabo seria solo para una noche pues al dia siguiente teníamos previsto salir hacia el pico. Salimos Eva y yo a comprar la comida del grupo para nuestra próxima expedición, y a nuestro regreso, sorpresa, ya no están. Sin llaves no podíamos entrar, tampoco con el Abra cadabra! Y lo único que deseábamos era descansar. La madre de Olmer nos abrió y dejó que os quedaramos en la sala de espera. Alli nos quedamos a espensas de que llegaran nuestros amigos, sin posibilidad de acceder a nuestras mochilas, ni de dormir. Aquella situación no nos gustó y nos hizó pensar en que tal vez seria mejor separar nuestros caminos. Nos quedamos medio dormidos en las sillas cuando finalmente llegaron horas después. Todavia querían salir a tomar unas cervezas pero nuestro animo ya no estaba para fiestas. Decidimos pues quedarnos a descansar, pues saldríamos temprano al dia siguiente.
Al dia siguiente despertamos a la hora acordada pero nadie había allí. Pensamos que no habían llegado todavía pero resultó que dormían en una habitación contigua. Tratamos de despertarlos pero no nos hicieron ningún caso. Molestos nos fuimos Evita y yo a comer algo y a tomar una decisión.
Aquella relación no correspondida me estaba consumiendo demasiada energía y ya no podía pensar con claridad. Necesitaba soledad, salir del agujero negro en que estaba penetrando mi pensamiento, Ya no importaba nuestro plan, ni nuestros amigos, ni tan siquiera la opinión de Eva. Era yo el que necesitaba ahora mi tiempo y mi tranquilidad para recuperar mi estado de animo. La comida, buenísima, nos vinó bien para asentar ideas. Al regresar ya se habían despertado, asique les mostré mi estado de desanimo y desacuerdo sobre su actitud. Tambien ellos eran conscientes de la falta de comunicación y acabamos expresando nuestros puntos de vista, deseos e intereses. Como cada vez que mi mente se nubla por un pensamiento o sentimiento no expresado, me sentí mucho mejor después de dar forma con palabras a aquella situación que me incomodaba. Expresé todo, liberando asi la tensión que había acumulado, y de pronto, como por arte de magia, volvió a fluir la energía dentro de mi. Siempre es asi, las cosas que se estancan se ponen malas, se pudren, se oxidan o degradan. No se por qué pero es un proceso que se repite. Sucede con todo; alimentos, agua, pensamientos, sentimientos y hasta con la propia forma de vivir del hombre, cuando se entra en la monotonía y la rutina y se acaba consumido por una vida sin alicientes, sin sorpresas o ilusiones. La energía ha de fluir. Tiene que convertirse constantemente y malo es cuando no sucede. Por eso expreso lo que siento porque me libero, y hago lo que me apetece, porque no quiero que la energía deje de fluir dentro de mi. Escucho mi interior y trato de ser coherente con lo que soy, con lo que quiero.
Solucionado el conflicto energético, acordamos salir esa misma tarde hacia el parque nacional en Muruy Alto. Allí pasamos acampados la primera noche y desde allí comenzaríamos nuestra caminata al dia siguiente.
Del 4-2-2011 al 9-2-2011
Subida al pico Humbolt, en los Andes Venezolanos
Despertamos alegres y con ganas de empezar a caminar. El paisaje hermoso, montañas repletas de arboles y ganado. Entre los cinco picos que coronan los Andes Venezolanos el elegido era el pico Humbolt, puesto que era el que le habían recomendado a Raul. AdemasOlmer nos había informado de que en esa época del año no se necesitaría material adicional, tan solo botas y preparados para el frio. El pico se encuentra a 4897 metros de altura y partíamos desde los 1800. Habíamos previsto llegar hasta el Lago Coromoto, a 4000 m, ese mismo dia, pues se estimaban unas tres horas hasta el Lago Verde, a 3000 m, y otras tres al Coromoto. No obstante, la caminata se hizómas larga de lo esperado, y nuestras fuerzas nos recomendaron quedarnos en los 3000. La belleza del lago Verde y los alrededores también nos invitaron a permanecer allí. A pesar del desnivel y la larga caminata el paseo se hizó muy agradable puesto que la frondosa vegetación nos ofreció sombra casi todo el recorrido. El paisaje nos brindaba un lugar idílico a  cada curva, con una naturaleza exuberante y cambiante en cada momento. Subiamos la montaña por un senderito que en numerosas ocasiones estaba obstaculizado por arboles caidos, lo que nos invitaba a saltar o bordear, al tiempo que debilitaba nuestros musculos. He de reconocer que se me hizó largo el camino, pues la distancia hasta el Lago Verde era de unos 13 km, con lo cual tan solo pensaba ya en llegar al Lago para poder relajarme. El sufrimiento mereció la pena, pues se abrió ante nosotros un gran lago de gran belleza, de aguas verde turquesas y transparente como la libertad. Situado entre aquellas montañas, el lugar poseía una elevada energía que nos daba animo y alegría para llegar hasta el pico. Fui yo el único que disfrutó de un baño en las gélidas y revitalizantes aguas. Me acerqué a la orilla, con intención de meterme lentamente, cuando de pronto, la tierra me absorvió hasta la cintura. No conseguía salir de aquel lodo que me atrapaba como si fueran arenas movedizas, y sin embargo, me producia cierta satisfacción el calorcito que me transmitia, que contrastaba con el frio de la cortante agua. Los chicos reian y se burlaban mientras tomaban fotografías. Consegui salir finalmente rebozado en barro y ya no hubo elección, el baño era obligado. Siguió un fuego, comida y relajación, como era de esperar. La noche cayó y con ella el calor se hizó frio. El fuego nos unió a todos y de nuevo volvimos a ser un gran equipo. La noche fue fría pero soportable.
Al dia siguiente despertamos temprano y la escarcha cubria la hierva y los arboles. Una fina capa de hielo se había formado en la orilla del lago y el frio te invitaba al movimiento. El cielo azul, limpio. La belleza del lugar seguía intacta y reinaba una quietud asombrosa. Esperamos ansiosos los primeros rayos de sol para entrar en calor mientras observábamos las truchas nadar por las nítidas aguas. Me sorprendió que pudieran vivir aquellos pescaditos a esa temperatura.
Alcanzamos la energía de activación necesaria para encender un fuego. Eva y Alex prepararon unas sopitas instantáneas que nos darían el calor yla energía necesaria para cubrir nuestra siguiente etapa, el lago Coromoto. Mientras tanto Raul y yo intentábamos por segunda vez pescar alguna de las truchitas. Esta vez, dejamos a parte los improvisados cebos artificiales y sacrificamos una lata de maíz. Inteligentes y desconfiadas las truchas comían cada granito que les tirábamos a excepción de aquellos con anzuelo. Paciente y constante observé su patrón de comportamiento hasta dar con el método que me permitió sacar tres, que a pesar de su pequeño tamaño, serían suficientes para hacer un arrocito de pescado y compensar asi la inversión de la lata de maíz por unas proteínas y fosforo. Alex, vegetariano, no estaba de acuerdo con aquella pesca y nos transmitió cierto sentimiento de culpa, que se intensificó cuando al limpiarlos descubrí que dos de ellos tenían huevos en su interior. En fin, demasiado tarde para arrepentirse!
Recogimos el campamento y emprendimos la marcha. Un senderito agradable se abria camino a través de las montañas. El sol apretaba cada vez mas pero la altitud limitaba la temperatura. Despues de unas tres horas de caminata se nos apareció de pronto el Lago Coromoto, extenso y hermoso como el anterior, solo que mil metros mas alto.Aunque las busqué, no encontré señales de vida en su interior.  La caminata no había sido tan dura ni larga como el dia anterior asique aun tuvimos fuerzas para buscar una cuevita que nos habían dicho. Bordeamos el lago pues nadie se animaba a cruzarlo a nado. Desde allí podíamos ver nuestro objetivo. Un pico nevado que se hallaba en frente nuestro, solo que 900 m mas alto. Tras cruzar una montañita divisamos unas rocas donde había un par de tiendas de campaña y una persona. Nos acercamos hasta allí en busca de la cueva. En el camino un pequeño riachuelo de gélidas aguas, producto de la descongelación del pico. El chico, un porteador, nos dio la bienvenida y nos enseño las instalaciones. Estabamos en el lugar indicado. Alli había una pequeña cueva, o mejor dicho, un espacio libre debajo de una gran roca donde decidimos dormir los cuatro. Cocinamos un arroz de pescado y bebimos te de coca con frayangelico, una planta aromática aterciopelada muy rica y buena para las alturas. La noche resultó un tanto incomoda pues a penas teníamos lugar para movernos, pero al menos no pasamos frio.
Era el dia de la subida hasta el pico y hacia frio. Preparamos unos tés y sopas para entrar en calor. Comenzamos a ascender y pasamos por al lado de una cascada literalmente congelada. Era la señal de que teníamos que subir por allí. La montaña se volvió entonces mucho mas abrupta y consecuencia los pasos se hicieron mas lentos y cortos, pero constantes. Habia muchas piedritas y guijarros que a cada paso caían, haciéndonos retroceder y dificultándonos aún mas el ascenso. Seguimos sin pausa y unas dos horas mas tarde llegamos a la zona congelada donde solo había hielo y peligrosas grietas hacia el interior de la tierra. Un poco de cuidado y respeto fue todo lo que necesitamos para cruzar el hielo y empezar con la escalada final, el pico, que estaba muy empinado y muy alto.
Unas vistas magníficas se abrieron a nuestro paso; las nubes se hallaban por debajo, las montañas parecían diminutas desde allí, y alcanzábamos a ver varios lagos. Dios!! Estábamos por encima de todo y la sensación de alegría y satisfacción era grande. Nos abrazamos todos contentos y descubrimos que Alex estaba llorando. Pensé que de emoción, por haber coronado la montaña. Pero no. Lloraba porque había estado al borde de la muerte. Intrépido había escalado por un lugar totalmente vertical, con la mala suerte de que la roca estaba suelta y hubo desprendimientos. Por suerte, Alex esta en muy buena condición y consiguió aferrarse con una mano a la vida. Descubrió entonces, como me sucedió a mi años atrás en JavalTubkal (Marruecos), que en las montañas no se juega. Cualquier imprevisto puede ser mortal. Comimos algo allí arriba y empecé a sentirme mal. Mareo, angustia y un dolor de cabeza intenso y agudo. Comenzamos el descenso de vuelta al Lago, y a cada paso sentía como me estallaba la cabeza. No podía continuar asi, todavía faltaba mucho camino y el dolor era insoportable. Raúl, experimentado, me explicaba que era mal de altura, que él lo había sufrido en otras ocasiones. Para mi era una sensación desconocida y desagradable. Paré y tomé una pastilla esperando algun alivio. Me quedé inmóvil, tratando de refugiarme del frio viento y calentarme al sol. Los chicos y Eva se solidarizaron y me esperaron. Una media hora mas tarde Eva consiguió convencerme para que siguiéramos, no podíamos quedarnos allí parados demasiado tiempo. Pasitos muy lentos, pero a veces los saltos eran inevitables, y destruían mi cabeza, como si me clavaran clavos. Rocas y mas rocas, se me hacia el camino interminable. Eva me acompañó todo el camino, lentamente, mientras los chicos iban por ahí haciendo el cabra. Maldito dolor!! Tres horas mas tarde llegamos a la cueva. Tomé otra pastilla y me dormi. Al despertar ya estaba mucho mejor y cenamos, hicimos fuego y tomamos el ron como merecido premio. Esa noche dormimos mejor.
Al dia siguiente antes de emprender el regreso, me sentí motivado a recoger algunas bolsas de basura que allí había; papeles, plásticos y latas. Y es que la gente es muy cerda y no respeta nada. Eso falta en el mundo, respeto! Hice un monton de basura y le prendí fuego, esperando que la gente dejara el lugar tan limpio como lo encontró. Despues regresamos directamente hasta el inicio del recorrido. Un camino largo, sin duda. De nuevo, aproveché solo yo para pegarme otro baño en Lago Verde. Andamos interminablemente, y aunque el camino era precioso, parecía que no llegaríamos nunca. Paciencia señor, ya queda poco -trataba de mentalizarme. Por fin llegamos a la entrada del parque, molidos. Pero aun tuvimos que andar mas, hasta el pueblo, pues raro es el coche que pasa por allá. Fue en Muruy Bajo donde pudimos agarrar un carro hacia Tabay. Nuestro mayor deseo era comer y beber, asique eso hicimos. Comimos tanto que apenas podíamos movernos, y aunque los chicos regresaron a Mérida, Eva y yo decidimos pasar la noche en Tabay. Por fin solos, con ducha y cama, que satisfacción!!

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