RUTA DE VIAJE


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lunes, 20 de junio de 2011

BRASIL


Lu 22-11-2011

Entrada a Brasil, Rondonia

Antes de salir, ultimamos algunas compras en Bolivia aprovechando que es bastante más barato. En barco cruzamos a la parte Brasileña Guajara Mirim, separada por el rio. Pasamos por la aduana de forma muy tranquila, sin incidencias, algo que me resultó extraño, puesto que las fronteras con Bolivia suelen estar muy controladas, o al menos eso me pareció en Corumbá. Caminamos hasta policía federal en busca de nuestro sello de entrada, donde solo quisieron darnos entrada por un mes. Íbamos muy cargados asique agarramos un moto-taxi hasta las afueras de la ciudad donde intentaríamos pegar carona (ir en autostop) hasta Rio Branco, o Abuna, el pueblo más cercano. Habíamos decidido ir a Boca del Acre, en lugar de la ruta por Porto Velho. Casi una hora de espera y las posibilidades se consumían. Desdichados y cansados agarramos finalmente un bus para Abuna. Allí esperábamos otro bus para Rio Branco cuando conocimos a Andre, quien nos informó y nos divirtió con su expresividad. Su encuentro hizo cambiar nuestro rumbo, pues nos informó que ese camino estaría ya cortado por las lluvias. Asique retomamos el plan original vía Porto Velho. Llegamos allá cuatro horas más tarde, a las 9 pm, demasiado tarde para llamar a Anderson, nuestro contacto de couchsurfing. Asique nos hospedamos en unos de los numerosos hostales alrededor de la estación de autobuses. No fue nada especial, pero su espacio tan reducido fue suficiente para satisfacer nuestras necesidades después de aquel largo día de viaje.

23-11-2011

Porto Velho

Nos pusimos en contacto con Anderson. No sabíamos si podría hospedarnos pues nos esperaba ya dos semanas atrás, las que estuvimos en Bolivia de forma inesperada. Respondió nuestra llamada y nos aceptó sin problemas. El moto taxi nos dejó en la puerta de una casa muy guapa, poco usual por allí. Eva y yo sonreíamos mientras imaginábamos cómo sería nuestro nuevo hogar. Apareció Anderson, un chico joven, simpático y muy bien educado, quien nos presentó a su madre y nos mostró la bonita casa. Nos ofreció su habitación y todo lo que contenía. Por fin, disponíamos de ordenador con internet. Deseábamos actualizar el blog y subir las fotos, asique ese fue nuestro objetivo durante los siguientes días. Asique cada dia pasamos varias horas, en la blanca y pulcra habitación, escribiendo, subiendo fotos. Nos informamos de las salidas en barco hacia Manaus y nos dijeron el sábado, asique teníamos cinco días. Durante esos días paseamos por la ciudad y compartimos algunos momentos con la familia de Anderson (Deolindo, Magi, y Larisa, su hermana). Especialmente la hora del almuerzo (lo que viene siendo nuestra comida), donde todos nos juntábamos y comíamos estupendamente. A la comida seguían los bizcochos y tartas tan apetitosos que preparaba su mama y que nos hacían relamer los dedos, seguidos de siesta fresca con aire acondicionado en las calurosas horas de medio día. Recuerdo que uno de los días fuimos juntos a una pizzería, donde nos invitaron a una pizza típica deliciosa. En otra ocasión fuimos al cine, con Anderson y su hermana, y me gustó la experiencia después de tanto tiempo sin ir. Se estaban portando tan bien con nosotros que quisimos también preparar una comida para ellos. Asique íbamos al supermercado cuando encontramos a Bototo. Un personaje de rasgos indígenas, muy particular y bastante colgado, pero de gran corazón. Nos acompañó al super y se mostraba muy gentil y cooperativo, claro que dudamos de sus intenciones. Nos dijo que era artesano e invitó a que pasáramos por su casa a ver su arte. Aceptamos finalmente y nos sorprendió. Toda el salón estaba repleto de cosas de reciclaje, cuadros, muñecos, ropas…lo curioso era el mundo de color que había impreso a cada cosa, era hermoso, todo un mundo de color aplicado a todo un trabajo de reciclaje. Nos sorprendió! Nos contó que hacia cromoterapia para controlar su esquizofrenia y creaba cosas y las pintaba, realmente creativas. Con él nos fuimos el último día, y nos acompañó a comprar hilo encerado y después al mercado cultural de las Comunidades del Bajo y Mediano Madeira, rio que atraviesa la selva Amazónica desde el sur hasta el rio Amazonas. Allí se vendían semillas, instrumentos musicales naturales e hicieron un concierto de música típica. Durante el evento conocimos a Francisco, un profesor de Tira Fogo, una de las comunidades. Él nos dio la información y motivación necesaria para cambiar nuestro plan, asique en lugar de ir directamente a Manaus, la capital del estado de Amazonas, pararíamos por el camino en alguna de las comunidades. Asique planeamos ir a Tira Fogo y desde allí conocer los alrededores.

Sa 27-11-2010

Experiencia Amazónica

Llegó el sábado, día de partir, después de toda la semana sin muchos sobresaltos. Habíamos estado muy tranquilos y a gusto con la familia y nos habían tratado como si fuéramos parte de ella. No hay mucha gente que ofrezca tanto sin conocerte. Sin embargo, necesitábamos ya un poco de acción, valernos por nosotros mismos y Amazonas nos esperaba. Nos despedimos de la familia y Larisa nos llevó hasta la terminal de bus.

Con el cambio de planes en lugar de ir en barco hacia Manaus, decidimos coger un taxi hacia Brasilia, lo hicimos en el puerto Cai N´agua. Después de una hora y media habíamos llegado, allí montamos en una barca que nos llevó hasta San Carlos. Hablamos con la gente que allí había y nos permitieron instalarnos en una casita en la orilla del rio. Tuvimos el tiempo justo de poner la hamaca y nueva mosquitera antes de que llegara una tormenta. Nos sentíamos felices de estar allí, estábamos en Amazonas!! Evita preparó la comida y después descansamos. Por la tarde, por fin, podíamos pescar de nuevo, esta vez en el Rio Madera, desde el barco-casa de Evelino. Nos pusimos muy contentos al pescar el primero y ver sus dimensiones, y más contentos todavía cuando pescamos un segundo y un tercero. El suegro de Evelino nos dio una lección de cómo limpiar el pescado y después su hija, muy simpática, hizo la cena y nos invitaron a cenar, aunque Evelino no parecía tan contento pues pensaba más en hacer negocio con nosotros que en compartir un buen rato de intercambio y conversación. Asique a cambio hicimos algo de gasto en su bar tomando algunas cervezas.

Al día siguiente nos entretuvimos haciendo artesanía, pescando y paseando por el pueblo, y pasamos un poco de la gente porque nos suponía un esfuerzo entenderlos. La mujer de al lado de donde estábamos nos invitó a comer y también recibió su obsequio. Dormimos pronto, a pesar de lo bien que se estaba en la vera del rio.

Lu 29-11-2010

Reserva Natural de Cuñia

A las 6 de la mañana estábamos en pie y preparados para hacer una caminata hasta la reserva natural de Cuñia, a 12 km de San Carlos. Según nos han informado se necesita un permiso o autorización para entrar allí que se solicita en la ciudad, pero nos ha parecido un trámite demasiado complicado asique nos hemos lanzado a la aventura. No creo que pongan pegas a una pareja de turistas que van paseando y descubriendo. Empezamos la caminata y nos intercepta un chico joven, de mi edad aproximadamente. Nos pregunta dónde vamos y quienes somos. Tenéis la autorización? Vaya, no pensé que iba a tener que improvisar tan rápido. Nos presentamos y le contamos la razón de nuestra visita, para conocer el entorno y la gente que aquí vive, le decimos. La comunicación es espesa pero continuamos el camino con él. Dos horas y media a través de la selva tropical, con muchas palmeras de muchos tipos y arboles; con este se construye, -decía- este hace fruta, la corteza de este otro sirve para problemas respiratorios. Y esta espuma blanca? -pregunto curioso. Ese es el rastro de una serpiente, contesta. El chico aunque raro, nos esperó y explico durante el camino. Y suerte tuvimos de encontrarlo, pues lo que no sabíamos es que llegados al rio Guarape era necesaria una barca para poder desplazarse hasta cualquiera de los puntos de la comunidad. Acalorados de la caminata disfrutamos de un baño en las aguas turbias. Mucho calor y los pies rojos, pero mucho mejor ya. Afortunadamente, Ademesio, tenía su bote de madera provisto de un pequeño motor, Después de vaciar parte del agua que se había filtrado al interior, arrancó. Navegamos despacio a través del pequeño rio, bordeando ramas y esquivando troncos, que destreza! El paisaje es auténtico y se nota que allí la gente vive bastante más aislada. Disfrutamos de la sensación de navegar por aquella zona. El agua, la tierra, árboles secos y caídos a lo largo del camino, confieren al entorno un color marrón de distintos tonos, desolador y tranquilizante. Treinta minutos más tarde llegamos al lago Cuñia, una amplia extensión de agua que provee a las familias de pescado, aves y hasta jacaré (cocodrilo). Llegamos al asentamiento de Cuñia, subimos ladera y la primera casa es la de Ade. Buenas vistas!! Nos invita a quedarnos y nos enseña el pueblo, después fuimos a comprar unos pescados y de camino encontramos a un chico que viene de pescar cormoranes. No me explico cómo puede pescar aves, pero la verdad que carga con unos 6 agarrados por su largo cuello negro. Deseé hincarles el diente pero me conforme con saber cómo los había pescado. El caso es que hay tantos sobrevolando la superficie del lago que ellos se acercan silenciosamente con la barquita y lanzan su hilo con anzuelo, de modo que alguno queda enganchado, curioso, no? Fuimos a comer con su familia, de maravilla, y descansamos. Por la tarde, nos llevó de paseo con la barquita, Muchas aves y cocodrilos y un paisaje tan relajante! Solo los sonidos de la naturaleza se oían. Había tantas plantas en la superficie del lago que, a pesar de nuestros intentos por pasar, tuvimos que desistir. De regreso nos bañamos alegremente, con la mirada profunda de los cocodrilos puesta en nuestros cuerpos. De nuevo cenamos con la familia de Ade, su hermano, mama y sobrinitos. Pena que no nos entendiéramos mejor. Dormimos en el interior de su casa y aun así los mosquitos se pegaron el festín. Había muchísimos, y las picadas eran cada vez más abundantes. Repelente utilizábamos sí, pero siempre hay momentos que te pillan desprevenido, y en esas ocasiones estas perdido. Me rascaba con saña y aunque Eva trataba de evitarlo, no podía resistirlo.

Al día siguiente visitamos a Ade en su trabajo. Trabajaba en Sanidad para la comunidad, y nos enseñó las pequeñas instalaciones de que disponían para atender a la población de la comunidad. Hablamos de la Malaria y otros males que a veces se manifestaban. De nuevo comimos con la familia y después con la barquita hasta un rio, donde paseamos y nos bañamos. Por la tarde intentamos pescar con la red, en vano. Aunque al menos aprendí a lanzarla. Asique tiramos con línea para llevarnos algunos pescaditos para la cena. Regresábamos a casa cuando unos retorcijones repentinos se apoderaron de mí, me sentía débil y muy cansado. Ade paró a visitar a alguien. Eva y yo decidimos esperar. Uyy, otro retorcijón!! Apretón que tuve que salir corriendo y diarrea a presión... Estábamos abajo en el rio y la espera se hacía interminable con los putos mosquitos devorándonos. Por fin, llegamos a casa, había pescado para cenar, pero preferí quedarme a descansar, mi intestino me lo agradecería. Dormitaba cuando llegó Eva. Ade me preparó un té con una planta medicinal que fue a buscar. La tomé con esperanza! Fuimos a dormir, pero esta vez dentro de la mosquitera a pesar de que resultaba un poco claustrofóbica. A las 2 am desperté exaltado, me faltaba el aire y estaba estresado. Decidí entonces salir afuera y tumbarme en la hamaca a pesar de que los mosquitos me hacían compañía. Me rocié entero con repelente y traté de dormir con el zumbido en mis oídos.

Desperté con innumerables picadas; por la espalda, el culo, piernas… los muy cabrones te pican a través de la hamaca. El picor es intenso y no puedo hacer otra cosa que rascarme con saña, hasta arrancarme la piel. A pesar de eso, me siento bastante mejor. Parece que el brebaje natural de Ade ha sido efectivo.

Éste era el día de nuestra partida, aprovecharíamos que Ade tenía que ir a la ciudad para regresar con él. Finalmente por un cambio de planes acabamos regresando con la mama de Ade y su sobrino Jogo. Comenzamos la caminata de regreso hasta San Carlos a través del sendero selvático. La vegetación era frondosa y tupida con lo que gozamos de sombra durante el camino. Llegábamos a medio día y el calor abrasaba. Unos cubos de agua nos aliviaron. Esperábamos el paso del barco para ir a Tira Fogo, donde encontraríamos a Francisco. Eva preparó la comida y yo descansé en la hamaca. Comimos y de pronto, barco a la vista!! Vaya, ha pasado una hora antes de lo previsto y todavía no estamos preparados. Tuvimos que coger todo rápidamente y hacer señas para que vinieran con el bote a recogernos. Subimos con mil trastos, sin tiempo de meterlos en la mochila. Pero lo conseguimos. Por fin, más tranquilos en el barco, nos organizamos y descansamos haciendo artesanía. Estaba repleto de gente, las hamacas se apelmazaban una detrás de otra y me dio la sensación que era como una colmena de humanos. La gente nos miraba con curiosidad y se veían sus risas ocultas a cada gesto o palabra que soltábamos. Encontramos a un hombre que estuvo en el mercado de las comunidades en Porto Velho, era Anauá, miembro del distrito de Nazaret. Nos reconoció porque habíamos hablado con él. Le contamos nuestro plan de ir a Tira Fogo e insistió en que pasáramos por Nazaret. El barco se estropeo y caía la noche cuando pasábamos por Nazaret, asique decidimos ir a casa de Anauá que parecía tan simpático. Bajamos del barco sin saber muy bien si hacíamos bien. Un niño nos acompañó hasta su casa, en la otra parte del pueblo. Lo llamamos y apareció. Él había cambiado de barco asique había llegado antes. Pronto nos invitó a entrar a su casa. Allí estaba rodeado de niños, desde los cinco hasta los diecisiete años y su mujer Priscila. Los niños no tardaron en acercarse y muy pronto los cogimos cariño. La casa era humilde pero tenía un gran jardín, con numerosos árboles y lugares donde colocar la tienda. Allí la pusimos en el jardín sin ánimo de molestar y después de charlar dormimos.

Ju 2-12-2010

Distrito de Nazaret (comunidad del bajo Madeira)

Despertamos con la mirada atenta de Jonatan observándonos desde fuera de la tienda. Cuando lo miraba escondía su rostro con sus manos o me hacia carantoñas a modo de burla. Tenia 8 años, aunque su cuerpecito ligero y pequeño no lo aparentaba. Ese niño tenia algo, algo que llamaba mi atención, nos resultaba muy gracioso pues era como un hombrecito, con su mirada de travieso y su sonrisa mellada. El otro pequeñin de cinco años, Axilá, también se ganó nuestro cariño, siempre venia a que lo cogiéramos y llamaba la atención llorando. A mi me decía, eh Chio!! Nos hablaban pero no los entendíamos, pero no importaba, el juego se convirtió en nuestro lenguaje. También había una niña pequeña, Bruna, que siempre estaba riéndose y no se quejaba nunca. Nos sentíamos muy bien con aquella familia rodeados de tantos niños, tan cariñosos y alegres. Después quedaba Aoana, Leona, Poliana y Marcos. Algunos de los cuales eran hijos propios y otros los habían adoptado del hermano de Priscila. Me contaron la triste historia de por qué estaban ahí; sus padres tenían problemas con la droga. Conseguí entonces entender más a ese pobre niño, que apenas hablaba y todavía no sabia ni leer ni escribir. Y sin embargo, sabia poner unas caritas y unos ojitos que penetraban en lo más profundo de mi ser. Otras veces, lo sorprendíamos bailando, siempre al ritmo de la música, mientras observaba sus movimientos en frente del televisor apagado orgulloso de si mismo. Tenia madera de showman ese niño.

Durante toda la semana que estuvimos allí hicimos una vida en familia. Haciamos todo juntos y comíamos juntos. Nada nos pidieron nunca. Los niños apenas iban a la escuela, un dia si y otro no, era su horario, entonces pasaban el tiempo con nosotros. El primer dia fuimos todos a pescar. Agarramos dos canoas y al borde de entrar el agua empezamos a navegar por el pequeño rio. Entre risas y bramidos de los niños perdimos el control, y un ligero movimiento permitió la entrada de agua al interior. Fue imposible evitar el naufragio. Seguimos mojados pero alegres, sintiéndonos mas niños que nuestros pequeños y nuevos amigos. Era curioso y hasta frustante como una niña de trece años me daba lecciones de como pescar o de canoa. Otros días nos entreteníamos con la artesanía, haciendo pulseras y atrapasueños, y rodeados de todos los niños. Tratabamos de colaborar con Priscila, que aunque recibia una pequeña ayuda de los peques, se encargaba de todas las labores de la casa. La verdad que cada dia nos sirvió la comida y la cena. Tambien el desayuno. Las comidas eran casi siempre iguales, basadas en arroz, pasta, harina de mandioca y pescado o pollo. Es lo que hay y además es la costumbre. Aun asi, me sorprendia de como con 510 Reales podía alimentar a toda la familia durante un mes. Anaua, nuestro anfitrión solo estuvo con nosotros el primer dia, cuando nos llevó al campo de futbol a que viéramos el entrenamiento de las chicas, donde él era el entrenador. Era fácil matar el hambre allí; que si unos mangos, o cocos, o platanos. Eva y yo nos entretuvimos con un monton de niños a los que les dabamos coco y pelábamos los mangos y desde ese momento iban detrás nuestra todo el rato pidiéndonos una u otra cosa. Llegué a sentirme un superhéroe que venia a salvarlos o simplemente a entenderlos. Ya el segundo dia tenia la sensación de que todo el mundo nos conocía.

Hubo días muy calurosos, en realidad todos y solo la llegada de una tormenta repentina y abrumadora refrescaba el ambiente. Una noche oíamos la tormenta con fuerza, el agua caia sin tregua, mas y mas, era apasionante estar allí, rodeado de aquella naturaleza exuberante y expuestos a las adversidades de la naturaleza. Rayos, truenos y relámpagos cada vez mas cercanos, acechando, y de pronto la intensa luz cae, y entra por la ventana de la cocina absorbida por una cacerola. No doy crédito, acaba de caer un rayo a nuestro lado. Me levanto y voy a ver si hay restos del chispazo. Dios mio!! La cacerola esta muy caliente….exclamo. Priscila y los niños rien. Descubro entonces que acaban de hacer unas palomitas en ella. Joder, que desilusión!

Otro de esos ardientes días fuimos al rio a bañarnos, Priscila tenia un monton de ropa que labar y no tardo en construirse un lavadero dentro del rio. Alli se sento y apaleo la ropa. Asi es como se laba, a palazos. Mientras nosotros gozábamos con los niños tirándonos bolas de barro. Era muy escurridizo todo, asique la diversión era constante. Barro y mas barro, barro por todo el cuerpo, hasta que te pegaban un bolazo en toda la cara.

El sábado pensamos en irnos, en continuar el viaje. Creiamos que pasaría un barco, pero no fue asi. Nadie sabia a ciencia cierta cuando pasaría. Asique no teníamos escapatoria, había que esperar hasta el próxim miércoles. Esa misma noche tomamos no se cuantas cervezas con motivo del decimo aniversario del equipo de futbol. La fiesta estuvo animada. Al dia siguiente nos preparábamos para hacer una escapada Eva y yo, queríamos un poco de soledad. Pero no lo conseguimos. Los niños nos perseguían. En su lugar, Priscila hizo unos preparativos y fuimos al Lago con otros amigos suyos. Un paseo en barca muy agradable, seguido de unos baños refrescantes y un asado sabrosón. A nuestro paso, descubriendo los rincones del rio, arboles totalmente secos que se mantenían erguidos y torturados por el sol. Resultó poco recomendable pasear por el bosque y terminar haciendo el amor subidos a un árbol, tratando de evitar la voracidad de los mosquitos. Actividad de alto riesgo. Quien dijo que la precocidad es un problema? este es un claro ejemplo de la relatividad de las cosas.

El lunes fuimos con Priscila al colegio, que según nos dijeron pronto estaría listo después de ocho años de construcción. Por la tarde fuimos a pescar y el mango maduro resulto el mejor cebo.

Me gustaban las noches, cuando los niños dormían y ya solo se podía descansar. Nos quedábamos conversando con Priscila de todo un poco. Me parecía una gran mujer, con mucha fuerza de voluntad. Con tan solo un año mayor que yo, me daba la sensación de que ella se ponía en mi situación, imaginaba una vida de libertad, libre de responsabilidades y viajando. Mientras yo me ponía en la suya, vivir con su estilo de vida, tranquilo, sin grandes preocupaciones, rodeado de naturaleza y con una gran familia que sacar adelante, pero disfrutando de sus pequeños con lo que hay. Y tu, donde paras, Anauá? Me preguntaba.

Llegaba el dia de la despedida y todavía deseaba con fuerza ir a pasear a solas con Eva en la canoa, Los niños ya se habían acostumbrado a nosotros y hacían mas su marcha. Habia pasado la novedad, afortunadamente. Asique aprovechamos y salimos. Despues de veinte minutos desde casa andando a través de un bosque llegamos hasta la canoa. Navegamos por un pequeño curso de agua con bifurcaciones, rodeado de una naturaleza tupida y oscura. El frescor se agradecia en el interior del bosque. Navegabamos en silencio a través de arboles, ramas y troncos. Esquivando obstáculos como troncos caidos y cruzados de orilla a orilla. Me sentí en Amazonas, por fin!! Queriamos llegar hasta el lago de nuevo, pero fue imposible llegar. Nos entretuvimos en esos canales de agua dejándonos sorprender por lo que encontráramos en cada meandro. Llegados a cierto punto decidimos parar a pescar, y muy pronto, uno, otro, los pescaditos alegraron nuestro momento. Decidimos regresar antes de que se hiciera de noche. Por mi cabezonería, pescamos todavía un poquito mas justo donde debíamos amarrar la barquita. Ya de regreso a casa, seguíamos el sendero y la oscuridad se hizo absoluta. A pesar de saber donde estábamos, no conseguíamos ver el camino. La oscuridad era total, negra, opaca, y nos enganchábamos con todo; arboles, plantas y enredaderas. Las cañas de pescar, el hilo, el anzuelo, dificultaban aun mas nuestro paso y temimos la presencia de alguna serpiente pues no podíamos ver el suelo. Caminamos a ciegas, tratando de descubrir el camino y de no perder la calma, hasta que Eva tropezó y perdió la chancla. Intenté localizarla a tientas, pero no la hallé. Eva empezaba a ponerse nerviosa. El miedo la atacó, algo poco usual en ella. Traté de calmarla mostrando serenidad. Teniamos que salir de allí y nuestra única opción fue seguir una tenue luz que se abria en un claro a lo lejos. Se hizo difícil salir de allí, tratando de descubrir con las manos cada cosa que tocábamos. Ramas y enredaderas nos atrapaban y pinchaban por todas partes, las raíces nos tendían trampas fatales y solo los mosquitos nos hacían compañía. Me abrí paso ruidosamente tratando de aullentar cualquier animal peligroso y por fin llegamos al jardín de una casa vecina. Nos habíamos desviado unos cincuenta metros, guiados por una mezcla de luz y miedo. Alegres de nuestra pequeña aventura con final feliz, fuimos a casa a cenar y después tomamos unas cervezas para celebrarlo. Habia sido un gran dia, y el ultimo.

Al dia siguiente, miércoles, recogimos nuestras cosas y preparamos una comida de despedida. Comimos pescado hasta hartarnos, con farofa, arroz, frijoles y jugo de fruta. Despues agarramos las mochilas y nos fuimos con toda la solana a esperar el barco que se decidió a pasar algunas horas mas tarde, a las 5 pm.

Mi 8-12-2010

Rumbo a Manaus (Amazonas), navegando por el Rio Madera

Nuestro destino Manaus, capital de Amazonas, pero hicimos escala en una pequeña ciudad llamada Manicore. Estabamos de nuevo en el barco, apiñados en una colmena de humanos, distribuidos en hamacas entrecruzadas a varios niveles, compartiendo espacio, habitos y olores. Habia tanta gente que apenas había espacio y hacia calor. Estaba justo debajo de una bombilla, con la mala suerte que algunos insectos pesados chocaban y caian justo a mi lado. Cansado de las constantes intrusiones a mi pasividad decidí subir arriba, a la azotea, donde estaba el bar. A un lado la barra y un gran televisor. Seguido de una zona con numerosas sillas donde acomodarse. Detrás, al otro extremo, algunas mercancías separadas por dos grandes bidones, donde me instalé. Coloqué la esterilla y me tumbe. La brisa era agradable y me sentía aislado del tumulto. La relajación me inundó completamente, mientras contemplaba aquel nuevo universo. Miles de estrellas nuevas que no se ven desde la parte norte del globo y ahora se descubrían ante mi. Por unos momentos unos momentos la relajación fue tal que estaba totalmente ausente, ni siquiera percibía mi consciencia, ni mi persona, ni el lugar en que me hallaba. Era como un vacio absoluto decorado con miles de estrellas. Aquel momento de paz debía de ser como un chute de heroína, donde todo a mi alrededor carecia de importancia. Una sensación que me recordaba a algunos momentos justo después de hacer el amor, ese estado de ensoñación o meditación que termina en dulce sueño. Quién soy? Pensé, y de pronto volví en mi. Estaba navegando a través del rio Madeira, cruzando el Amazonas. Pegué dos o tres caladas a la pipa, lo justo, lo mínimo para abrir la conciencia al pensamiento sin desvariar, y empecé a pensar en mis amigos, en cada una de las personas importantes para mi. Todas esas personas, que aun queriendo, a veces no consigues recordar. Y mi pensamiento se diluyó, poco a poco, en una placido estado de somnolencia. Supongo que estaba ya dormido cuando un capullo lanzó un bote de cerveza a mi lado y desperté repentinamente del letargo. Pero me dejé llevar de nuevo y no tarde en caer en sueños. Me encantaba aquella brisa nocturna.

Eva subió a verme, era ya de dia. Perezosamente desperté y transcurrió el dia en el barco. Charlando con la gente, vendiendo pulseras y relajándonos. Por la tarde llegamos a Manicore. Fuimos a pasear y cenar algo y regresamos al barco, donde pasaríamos la noche, con el fin de ahorrar una noche de hostal. Al dia siguiente, viernes, zarpamos de nuevo a medio dia, solo un par de noches mas y llegaríamos a Manaus. Conocimos a un chico que nos enseñó a hacer un par de pulseritas, y eso nos mantuvo entretenidos. Eso y las charlas con el hermano, Eduardo Pimentel, un orador nato, un teatrero que llevaba y transmitia la palabra del señor. Muchas chiquitas a nuestro lado, miraban curiosas y se reian. A pesar del tumulto adormecido me sentía bien y contento. Por la noche subimos de nuevo a la azotea para dormir, esta vez con Evita. La gente veía una película en portugués y me quedé frito enseguida. Al despertar por la mañana, nos dimos cuenta que el barco ya había atracado. Estabamos en Manaus y no nos habíamos enterado. Bajamos y la gente ya se había ido. Con fortuna, encontramos nuestras mochilas intactas, a pesar de que nos habían arrebatado algunas pulseritas y otras estaban por el suelo. Las cosas del valro estaban siempre con nosotros, bien controladas, pues ya nos habían avisado de posibles robos.

En Manaus buscamos hostal y conocimos a un holandés quién nos llevo hasta el Hotel Rondonia (25 Reales por habitación). Nos ofreció un tour de cuatro días al lago Mamori por cien reales al dia por persona. Tom, otro tipo de la agencia “Amazon Tours Expedition” (NO la recomiendo por falta de seriedad y por no cumplir con parte del trato) nos interceptó y acabamos negociando el mismo tour por 75 R/dia/persona.

Ya en Manaus, paseamos por la ciudad, comimos copiosamente al peso, es decir, que pagas en función del peso de tu plato. Y por la tarde fuimos al puerto Seasa, a encontrarnos con Erculano, hermano de Anauá. Tal vez, podría ofrecernos alguna excursión interesante a mejor precio. Pero no fue asi. Asique aceptamos el tour con Tom. Saldríamos al dia siguiente.

Lu 13-12-2010

Tour por el Amazonas; Rio Solimoes y Lago Mamori

Habiamos quedado para salir a las 10:30 con el resto del grupo. Cuando llegamos nos dice Tom que al final han salido antes, que intentó localizarnos pero fue imposible. Asique no tuvimos otra elección que llegar en transporte público, acompañados de Antonio, uno de los guias. Taxi hasta puerto Seasa, cruzamos el rio Amazonas en barca, viendo el encuentro de las aguas, aguas de color tierra del Rio Solimoes que se juntan, sin mezclarse, con las aguas del Rio Negro, de color negro u oscuro. Una curiosidad de interés turístico que alguna gente paga por ver. En la otra parte del rio, un bus que nos llevó hasta Arasa. Bajamos en un puente por donde pasan aguas del rio Solimoes y alla una barquita nos llevó hasta la estancia, el campamento base. Comimos y nos llevaron a pescar pirañas y ver delfines. Actividad que ya no nos parecía nada emocionante ni divertida. Tan pequeñas eran que las devolvíamos al rio. Despues de cenar salimos de nuevo en barca a la captura de algún caimán pequeño. Pertrechados de linternas en la oscuridad, los ojos de los reptiles se distinguían en la distancia como dos luces anaranjadas. Con sigilo nos acercamos y un rápido movimiento del guía, Dioma, fue suficiente para capturar una cria. Lo observamos y tocamos, con la curiosidad de lo nuevo y lo devolvimos a su hábitat. Unas caipiriñas remataron la noche. Se habían convertido en la manera de beber mas dulce y económica.

Al dia siguiente fuimos a pasear por la selva. De camino, desde la barca, Dioma vio algo. Paramos y se metio en la selva. Su ojo adiestrado vio un pequeño perezoso, que consiguió coger despeus de subir a un árbol. Aquel animal era sorprendente, con esa carita de bueno y sus movimientos tan lentos y estudiados. Nos esperaban tres horas de caminata, que nunca completamos. Eramos un grupo de ocho personas, con lo que era imposible que viéramos a un animal antes de que el nos viera, a excepción de nuestro perezoso amigo. Medio disgustado andaba yo con la causa, cuando una de las mujeres dijo que tenia que regresar al campamento porque tenia diarrea y no se encontraba bien. La mujer gordita y desvalida me trasmitia cierta pena, pero no entendia como por su culpa nos íbamos a quedar todos sin caminata. Qué cojones hacia allí? me preguntaba. Porque esta en nuestro grupo de jóvenes esta mujer si ni siquiera podía andar y teníamos que estar ayudándola constantemente. Y, porque coño no tenia calzado deportivo como todos, que iba por la selva con zuecos de enfermera, No entendia nada! Me cabreo la falta de organización y de comunicación, pero no pudimos hacer otra cosa que regresar. Para consolarme un poco, Dioma, Eva y yo dimos un paseo en barca y regresamos a la hora de la comida. El sol apretaba con fuerza. Por la tarde teníamos previsto ir a caminar y pasar la noche en la selva. Asi hicimos. Navegamos hasta el lago Mamori, y construimos una especie de campamento. Fue interesante ver como se construye una estructura para dar cobijo a ocho personas que duerman en hamaca en medio de la selva, claro que es preciso disponer de las hamacas, mosquiteros y toldo. Cortamos unos arboles jóvenes a golpe de machete. En realidad toda esa selva era bastante joven. Yo un poco decepcionado me puse a hacer caipiriña. Llegó una tormenta con mucha agua que puso a prueba la efectividad del campamento. Los dos días se ocuparon de todo; campamento, toldo y después fuego y cocina. Encendieron el fuego con plástico. Nos enseñaron a hacer unos platos naturales con hojas grandes y espinas de una palmera. Cenamos carne y pescado, muy sabroso y apetitoso, como siempre cuando se come en la naturaleza. Todos se acostaron en sus hamacas. Yo todavía fumé una pipa y reflexioné sobre aquel lugar que nada tenia que ver con la selva virgen que yo esperaba. Al dia siguiente los guias ya estaban en pie y habían echo el desayuno. Despues fuimos a caminar mientras nos explicaban las diferentes propiedades de los arboles y plantas; uno producia una resina como vis-vaporub, otro latex, una pasta blanca y chiclosa, otro canela o clavo, para el dolor de cabeza, la malaria, la tuberculosis y un hormiguero con hormigas diminutas para repelente natural. Eso descubrimos en el mas que utilizado camino. Regresamos a la palapa improvisada y la mitad del grupo se volvió al campamento, mientras que Eva, yo y una pareja de canadienses mayorcitos decidimos quedarnos. Descansamos e hicimos la comida, pollo asado con arroz. Y por la tarde unos baños refrescantes en el lago. Nos dirigiamos a visitar una familia indígena, donde pasaríamos la noche, cuando quedamos literalmente atrapados con la canoa dentro de un mar de plantas que emergían hasta la superficie del lago. Fue difícil salir de allí y solo lo conseguimos cuando unimos nuestras fuerzas. Por fin, encontramos el camino hasta la familia, donde nos mostraron todo el procedimiento para hacer fariña de mandioca. Salimos de nuevo con la canoa, compramos unas cervezas y alegres nos dirigimos a un pequeño rio donde navegamos a remo, La temperatura era ya mas agradable y empezaba a caer la noche. La sensación de tranquilidad nos invadió e intentamos pescar pero no teníamos cebo. Dioma, el guía, corto un trozo de plástico, con dos cortes laterales y pronto vimos como el método funcionaba. En una de esas trajo el hilo sin anzuelo. Se lo llevaron las pirañas! Lo que otras veces había intentado yo sin éxito, ahora funcionaba claramente. Regresamos con la familia indígena, cenamos pescado y fumamos la pipa de la paz, antes de quedar dormidos en las hamacas.

Al dia siguiente, de regreso al campamento, paramos a ver el único árbol centenario. Era grande y hermoso, claro que daba pena verlo tan viejo y solo. Teniamos pensado quedarnos algún dia mas a nuestro aire, descubriendo nosotros mismos el entorno, pero decidimos regresar a Manaus para contactar a nuestro amigo Samsa, por quien posible e inesperadamente podíamos cambiar nuestro rumbo con el fin de ir al Caribe a navegar en velero. Opción que cambiaría en gran parte el rumbo de nuestro viaje. Regresamos a Manaus de la misma forma en que habíamos ido; bus, barco y taxi, solo que tuvimos que pagar nosotros cada transporte y a nuestra llegada no había ningún taxi esperándonos y supuestamente estaba incluido. Tom, el de la agencia, quería pegárnosla y había dejado a un encargado para devolvernos la mochila, pero no había dejado el dinero que tuvimos que gastar para nuestro regreso. Alli estábamos Eva y yo, en su oficina, con intención de irnos esa misma noche y aparentemente no iba a aparecer nadie que nos devolviera el dinero del transporte. Nuestra decisión fue clara, nos quedaríamos en la oficina hasta que nos dieran nuestro dinero. Despues de una hora de espera en la oficina, pudieron comprobar que no nos íbamos de allí y finalmente apareció otro guía que nos devolvió la pasta. Que poca seriedad en la agencia “Amazon tours Expedition”. Este Tom, una vez ha cobrado ya le importa un cojon lo acordado. Menudo jeta!!

(Para que no pasen estas cosas, mi consejo es que no pagueis tours, que organicéis vuestra propia aventura hablando con guias locales. Y en caso de contratar un tour, no lo pagues entero, paga la mitad al principio y la otra mitad cuando termine solo si estas satisfecho. Esto te asegurará un buen servicio hasta el final).

Observamos que la calidad del tour fue la misma que en otras agencias mas caras. Hay varias agencias que juntan a sus clientes en la misma estancia, mismas aventuras y mismos guias. Nuestra impresión del tour no fue muy satisfactoria, puesto que se alejaba bastante de una experiencia de aventura real en Amazonas; grupos demasiado grandes (8 per.) y por tanto ruidosos, diferencia de edad y capacidad física entre las personas, que limitan al grupo, etc. Una vez mas, hubiera sido mas autentico y barato llegar por nuestros propios medios, contratar un guía local y alquilar una canoa a motor para nuestro uso y disfrute (ver sección de Atrevete).



Ya era de noche, asique fuimos a relajarnos del suceso con unas birras y decidimos quedarnos otra noche en el hotel Rondonia. Que le den por culo a Manaus y Amazonia.

Vi 17-12-2010

Auto-stop hasta Boa Vista

Queriamos ir hacia Boa Vista, al norte de Manaus, con el fin de dejar Brasil y entrar en Venezuela. Como siempre viajar por Brasil era muy caro, asique pensamos que podríamos llegar hasta Boa Vista en auto-stop.

Fuimos en bus hasta Punto 5, a las afueras de la ciudad. Lugar desde donde salen camiones y tienes oportunidad de hablar con los camioneros. Normalmente salen por la tarde, asique Eva se quedó allí haciendo amigos mientras yo me fui a otro punto estratégico para hacer auto-stop, el conocido como Km 0, la barrera, o puesto fiscal. En este paso policial todos los camiones tienen que parar para sellar su documentación sobre las mercancías, asique dispones de unos minutos para convencer a alguien. Despues de estar dos horas en diferentes buses, por fin conseguí llegar a punto 5, donde estaba Eva. Alli Eva había encontrado varias opciones, pero para salir al dia siguiente, o para irnos por separado. Decidimos ir a Km 0 con la esperanza de que alguien nos recogiera. La noche no tardaría en caer y los camioneros no parecían muy interesados. No queríamos dormir allí, asique era el momento de adoptar la personalidad de lastimero con el fin de intensificar la eficacia de nuestras intenciones. No tardó en surtir efecto. Un chico joven y delgado, poco hablador, fue el elegido. Bajó del camión, y me interpuse en su camino, me presenté y le expuse nuestra situación. Primera toma de contacto. Al regreso de sus trámites insistí con fuerza; por favor llevenos!! No tenemos dinero. Somos artesanos. Mi mujer y yo. Soy español. No le daremos problemas, no se preocupe. Tenemos carpa y todo. Anda, no nos deje aquí que llevamos todo el dia esperando y ya cae la noche… insistia. Vae vora! me dice. Corro feliz hasta Eva sin saber muy bien que significa lo que ha dicho. Pero con la certeza de que funcionó.

De camino el silencio reina en la carretera y la felicidad en nuestro interior. Algunos controles sin novedades. Por la noche paramos para dormir en un restaurante de carretera y salimos de nuevo a las 5 am. Conductor incansable, recorríamos kilómetros y cruzamos la selva. A medio dia un reventón de rueda que nos retraso un poco, pero al menos pudimos ayudarlo con la reparación. El sol abrasaba y parábamos ocasionalmente a bañarnos en algún arroyo o poza, y de nuevo, continuábamos el viaje. Por la tarde, 5 pm, llegábamos a Boa Vista y después de unas cervezas buscamos algún hotel barato que no encontramos. Precios estándar de 40 reales por habitación doble. Acabamos en el Hotel Magda, donde no pudimos rechazar la blancura impoluta de aquella habitación con aire acondicionado, donde descansamos profundamente.

Do 19-12-2010

En busca de un rio tranquilo donde acampar

Era domingo, y decidimos ir a un rio que ponía en la guía donde había camping. Compramos cachasa y un pollo para asar esa misma noche, con la intención de dormir en la hamaca al aire libre. Compramos comida al peso y comimos en un parque antes de salir. Despues de preguntar a muchas personas nos dimos cuenta de que no había bus hasta el puente, lugar por donde pasaba el rio. La comunicación se hacia difícil puesto que no nos entendían. En su lugar agarramos otro bus que nos dejo a unos 5 km. Caminamos mucho tiempo, soportando el sol abrasador de medio dia. Paraban a Eva que estaba en un lado de la carretera haciendo auto-stop, pero al acercarme yo desde el otro lado, se disipaba nuestra oportunidad. Por fin, tuvimos suerte y un señor nos paró y llevó hasta el puente. Estaba repleto de gente, un monton de coches, gente tomando alcohol sin parar y bañándose en el rio. Parecia la playa aquello. La música a tope. Sin duda, aquel no era el trnquilo lugar que habíamos imaginado, sin embargo pudimos bañarnos, por fin. Nos alejamos del tumulto siguiendo un sendero paralelo al rio. La naturaleza era bella y contrastaba con los botes de cerveza vacios que arrastraba el rio de agua turbia. Intenté pescar, sin éxito. Eva preparó la hamaca y el mosquitero. Preparamos fuego y asamos el pollo. Por alguna extraña razón no conseguia relajarme a pesar que la noche era hermosa, y el resplandor de la luna reflejaba sobre las aguas. Los mosquitos persistentes rompían mi tranquilidad y aumentaban mi ansiedad. Después de cenar no tuvimos otra opción que refugiarnos en la hamaca con el mosquitero. Pero entonces surgió el calor y la sed. Por desgracia habíamos terminado el agua y no teníamos mas que ardiente cachasa para beber. Agobiado salí de la hamaca, me rocié de repelente y me debatí internamente en ir a comprar agua. Todavia se oia la música lejana. Estaba a unos dos kilómetros del lugar mas cercano donde podría comprar agua, o cerveza en su defecto. La sed se apoderaba de mi, como si se intensificara por el solo echo de no tener nada que beber. Me inquietaba y no sabia que hacer; sed, mosquitos. Eva seguía en la hamaca. Me armé de valor y me fui a por agua, aun a sabiendas que debería atravesar alguna charca donde el agua me llegaría hasta la pantorrilla. Claro que la impresión no es la misma con la luz del dia que en la oscuridad de la noche. Agarré un palo para protegerme y marcar el camino. Caminé en la oscuridad de la noche, con la tenue luz que desprendia la linterna de mi cabeza. Superé mis miedos y atravesé las charcas. Llegué hasta el puente donde esparva encontrar el chiringuito de la tarde abierto, pero no. Ya no había gente, ni venta de bebidas. Coño, que hacer ahora? No quería regresar con las manos vacias. Subí el puente, a lo largo de la carretera no distinguí ninguna luz, ni local, solo oscuridad. En la otra parte del puente si descubrí un local, desde donde llegaba la música. Algunas personas bailaban embriagadas. Aun asi decidí bajar. Me acerqué cauteloso, provisto de mi estaca. Pronto llamé la atención de los nativos, unos ocho, que me observaron con desconfianza y misterio. El ambiente me resulto muy extraño, enrarecido. Sentí que podría ser una victima fácil en aquel lugar. Aun asi me acerque y pedí agua y cerveza. Uno de los tipos se acercó a mi y miraba mi palo. Intentó agarrarlo, pero yo me resistía. Quizas les pareció amenazante mi llegada y perturbé su tranquilidad. Solo me dieron cerveza pues dijo que no tenia agua. A la hora de pagar el tipo se acercaba mucho a mi y temí lo peor. Trataba de guardar la distancia y agarré el monedero y el palo con fuerza, no pagaría hasta que no se alejara. Busque la complicidad del dueño o barman con mi mirada y él hizo un gesto como que no pasaba nada. Otro tipo dentro de la barra, sin camisa, con cara de indio y el pecho y la cara pintados de rojo tierra. NO parecía con cara de muchos amigos. Por fin, pude sacar el dinero y pagué. Cogí las dos cervezas y salí de allí con paso seguro y rápido. Seguia acompañado de la estaca mientras me alejaba. De nuevo en lo alto del puente me sentí mas seguro y aliviado. No debí haber entrado allí solo, el final podía haber sido desastroso y al fin y al cabo regresaba sin agua. Regresé deprisa para tomar la cerveza con Eva antes que se calentara. De nuevo tuve que mojarme hasta la pantorrilla y asegurarme que ninguna serpiente anduviera cerca. Hicé ruido a mi paso intencionadamente para alejar cualquier amenaza. Finalmente llegué donde Eva que se había dormido. Estaba sediento y en tan solo dos tragos bebí el tercio medio caliente. Traté de relajarme de nuevo en la hamaca y en su lugar estuve entretenido con Eva matando mosquitos hasta las cuatro de la mañana. No sabíamos cómo, ni por donde, los jodidos mosquitos entraban en el interior de la mosquitera y turbaban nuestro sueño con su penetrante zumbido. Sin duda, fue una de las peores noches y ansiamos la llegada del dia para salir de aquel lugar.

Cuando despertamos, caminamos hasta un puesto de policía cercano, donde hicimos auto-stop. Después un taxi nos dejó de nuevo en el hostal. Fuimos a sacar y cambiar dinero a dólares con el fin de cambiarlos a bolivarianos en el mercado negro de Venezuela, sería una locura cambiar o sacar dinero en bancos venezolanos porque el cambio que te hacen es ridículo, gracias a la súper valorización que Chavez hace de la moneda venezolana. Regresamos al hotel y dormimos tarde y noche.



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